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viernes, 12 de diciembre de 2014

La teoría del mando a distancia.

 Hace ya mucho, y nadie parece recordarlo, eran los tiempos felices de la peseta, cuando cinco duros aún significaban algo, y las teles, esas, eran de madera, rayos catódicos, supuestamente sintonizaban cuatro canales analógicos (había sólo cuatro botones, uno por canal), aunque no importaba, porque sólo había dos: la primera y la segunda. Las privadas vendrían algo más tarde, en los noventa. Y cuando en dicha televisión se empezaba a ver nieve, o a ver el canal mal, a medias, o moviéndose, se le daba un par de golpes, y todo arreglado durante un rato. Entonces, si todo el mundo se hartaba del Un, dos, tres, y se decidía a cambiar al otro canal, había que recurrir al mando a distancia de aquellos tiempos, es decir, al más pringado de la casa, ese que normalmente, solía ser el hermano más pequeño, y de menor rango social de la familia. Igual, que en un reportaje de monos de la segunda. Solía la cosa empezar así, el padre y cabeza de familia decía: fulanito cambia de canal, que estás más cerca. Y fulanito contestaba: que vaya menganito que yo estoy cansado. Y así hasta el más pequeño...quien, al final, se levantaba a cambiar de canal.

 Analizado así, uno puede observar el grado del escalafón familiar que se han establecido por orden de nacimiento, hasta el rango de marinero raso. Pero los tiempos han cambiado, todo ha cambiado. Y la tecnología está ya hasta en los rollos de papel de WC 2.0. Ahora el televisor es plano y de plástico. Ya no se pueden subir encima los gatos, como decía Antonio Burgos. Ahora los canales se sintonizan por TDT, que suena a insecticida agrícola. Además, cada dos por tres hay un porculo de sintonizar, de cambiar, o de que desaparecen unos cuantos de los doscientos canales. Para al fin, y al cabo, como cuando teníamos dos canales, reconocer, que no hay nada interesante en la tele. Ahora, de hecho, hay más mandos a distancia que aparatos, pero sólo se usa uno. Las tornas han cambiado desde los ochenta hasta ahora, y si antes cambiaba de canal el más pringado de la familia, ahora, el cambio de canal, lo controla el cabeza de familia. No se si existe, y si no fuera así, debiera haber una teoría en psicología sobre la jerarquía familiar y el mando a distancia, en el que se considere tal aparato como si fuera el bastón de mando del personaje dominante en la casa. En el cual, se determine, eso, que el que detenta el mando, es quien realmente gobierna sobre los demás. No tiene porque ser el padre, sino que puede ser un hijo tirano, o un hermano... Seguro que saben de lo que hablo, y de que si leen esto, se pararán a observar lo que les digo, en las distintas casas que frecuenten. 

 Sobre teorías estrambóticas las hay para todos los gustos, y ninguna, tiene un razonamiento científico que logre sostener y dar la razón al teorema de turno. Pero el caso es que funcionan, miren sino al Principio de Peter, las leyes de Murphy o esa que afirma que el grado de limpieza (por como lo cuidan los usuarios) de los WC públicos es la que indica la predisposición de los ciudadanos de una nación hacia el fraude financiero. En ésta última, se aclara que los peores retretes son los de España e Italia, y los mejores, los nórdicos. Y es que sentarse en WC, da tiempo para pensar mucho. En fin, termino con un pregunta: ¿eres tú el que siempre tienes el mando a distancia?