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lunes, 28 de marzo de 2016

Pues también es mala suerte...

 La verdad es que para no ser nada supersticioso, siempre he creído mucho en la suerte, es verdad, que casi siempre, te sale el típico listillo diciendo eso de que La suerte hay que buscarla. Como si los que vamos de puto culo no la hubiéramos buscado... Y yo siempre lo digo claro, el maldito Murphy 
la tiene tomada conmigo, como la profesora que tenía en el colegio; porque seamos sinceros, el que es cenizo, lo es de nacimiento o no lo es, como el que es guapo, orejón o cabezón, se tiene o no se tiene. Y siempre he pensado que en este mundo hay una conjunción planetaria, o una concatenación de hechos, que siempre logran dar por culo en el momento menos adecuado. Y es que la suerte es inversamente proporcional a la cordura. Es decir, que para tenerla, basta con ser un gilipollas. Otra cosa es la "suerte" con comillas, no las del marqués, sino esa sospechosa que tiene cierto sujeto que en todo momento laboral de su vida va pegando pelotazos, ahí que quieren que les diga, perdonen mi escepticismo hacia un país como el nuestro, dado al padrinazgo y al enchufismo más rancio. 

 En fin que sea como sea, en otra vida, tuve que ser un cruel señor feudal, un desalmado pirata o un tirano de cualquier república bananera de alguna isla tropical, el caso es que siempre el destino me jode de un modo o de otro. Me acuerdo como en 1º de BUP (sí, tengo ya mis años), tuve un profesor de educación física que era preparador físico del Cádiz, y resultaba que por aquellos tiempos, el árbitro que más pitaba en contra del equipo amarillo, era precisamente uno que se apedillaba, como no, Baños Martínez. Fíjate como era la cosa, que él tenía que salir siempre escoltado del Carranza. Y yo tuve que correr tres carreras de no sé cuantos kilómetros para aprobar la asignatura, porque el profesor se creía que el otro era mi hermano. Pero es en lo laboral donde mi bajío se lleva la palma, y no viñera precisamente, si entro a trabajar en una empresa potente, ésta se declara en bancarrota, y todos a la puta calle. Si entro en una donde hay una vacante para dos, la otra candidata será una muchacha de generoso escote, objeto de deseo de un viejo verde que resultó ser el dueño de la misma, si entro en unos grandes almacenes, empiezan a echar hasta a los fijos porque no va ni San Pedro a comprar, en otro lado, entro para una cosa mejor, y acabo con una soleta porque al final se necesita otra cosa. Por esa regla, si me meto en una funeraria, deja la gente de morirse. Así que como comprenderán, sí creo en la suerte, sobre todo en la mala, porque hay muchos factores que se han escapado de las manos, y no son culpa mía, antes de que alguien diga nada. Que es muy fácil torear desde la barrera. La verdad, creo que ésta es la primera vez, que escribo a un nivel tan personal, pero a veces, es bueno el desahogo, y el echar bilis por el teclado. 

  La última coincidencia chunga, y volviendo a poner una nota de humor, es la del político separatista, antiespañol, antiUE, antiOTAN, antiPajaresyEsteso, antitodo...pues que resulta, que la lía parda en el parlamento catalán, y se llama, como no, Antonio Baños. Justo cuando este verano había pasado yo por Barcelona, que ya es casualidad. Pero no es lo único, me perdí lo de Ricky Martín en el Sorpresa Sorpresa y la niña del foie gras preparado en su mollete de Antequera para su perro. Lo vio todo el mundo, menos yo, y gente que me dijo que lo tenía grabado y aún no me la han enseñado. O cuando vivía en León Herrero, y todo el mundo decía que estaba el Iker Jiménez en el Plaza porque había una niña fantasmal en el cine, y yo asomado a la ventana como un carajote, y buscando el reportaje en el Cuarto Milenio. Ya van con retraso si quieren publicarlo, porque la niña habrá terminado ya, hasta con el purgatorio. Y ahora resulta que todo el mundo, aquí en Cádiz, conoce al Kichi, que es su coleguita y es muy buena gente. Cojones, al final el único que no lo va a conocer voy a ser yo. Y es que la mala suerte me persigue. Igual que cuando alguien me promete que va a hablar por mí en algún trabajo, y cuando toca, resulta que ahora no, que está todo muy mal y están echando gente. Ya es mala suerte...todos con enchufe, menos yo.