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domingo, 21 de octubre de 2012

Más que gallos...gallinas.

 Estamos en una época en la que poner a parir a los políticos es pan nuestro de cada día, sin embargo, tal vez, o casi seguro habría que decir, a los ciudadanos españoles, en especial a los del sur, nos falte algo, por no decir bastante, de autocrítica. Es evidente, que los políticos son la pura representación de un pueblo, y cada uno, tiene a los que se merece, y viceversa. Y los ciudadanos españoles no nos hemos caracterizado durante estos años por la ejemplaridad; por ejemplo, a nivel europeo, tenemos fama de ladrones, bien ganada por cierto, tanto, que en el cuento, en vez de Alí Babá podría llamarse, facilmente, Manolo y los cuarenta ladrones (si sólo fueran cuarenta...). Ahí tenemos el ejemplo de estos años de pelotazo económico en los que si eras honrado, y hacías las cosas con esfuerzo, estudiabas o trabajabas, es que entonces eras un gilipollas, no como Juanito el del sexto, que sin estudios ni nada, montó una inmobiliaria o una financiera del tipo Freedom Finance, que te reunificaba todas las deudas. Y de la noche a la mañana, el vecino del sexto, pasó de ser un muerto de hambre a tener un BMW tuneado, a ir encorbatado, y tener siete casas para alquilar o vender, y un chalet para los fines de semana. Mientras tú, con tu mierda de sueldo, eras para el resto de españoles, eso, un gilipollas.

 Otro ejemplo más concreto, y más local, ocurrió en un famoso astillero del sur de España, donde se prohibió la entrada de los coches de los operarios, porque se mangaba más que se respiraba; así pues, se decidió construir una enorme bolsa de aparcamientos a la entrada de la factoría, y acceder, o bien a pie, o en un autobús que la empresa facilitó...así no hay manera de que prospere nada. Lo jodido del caso, es que se ha robado, y se roba, para el campito que uno tiene en Chiclana o en el Aljarafe; o sea, que no es para comer, porque se entiende a aquel que entra en un sitio a mangar algo para que sus hijos coman, pero no por el hecho del lujo en sí, pues ya que tiene un campito, se supone que tiene posibilidades de gastar, y no necesita del hurto. Tampoco somos de cuidar de nuestro entorno, y ya no hablo del medio ambiente y de los espacios naturales, que para muchos es algo muy dificil de entender, sino de nuestra propia ciudad o pueblo; y ahí voy a ser claro, por ejemplo en Cádiz, la estatua del pobre Columela siempre está rota por algún gilipollas que no tiene otra diversión que cargarse el mobiliario urbano, quemar contenedores y hacer pintadas en sitios claves como la Catedral Nueva, entre otras actividades contructivas. Otro ejemplo es la iniciativa de unos alumnos de Bellas Artes de Cádiz, que adornaron los parques de dicha ciudad, y de San Fernando con dinosaurios, que estaban, dicho sea de paso, muy logrados. Sobra decir, cuanto duraron en una, y otra ciudad...apenas unos meses. De repente, se vieron algunos sin cola, otros sin cabeza, otros en el suelo sin patas. Se confirmaba así la segunda extinción de éstos majestuosos reptiles. Así que no animo ni a Michael Crichton, ni a Spielberg a montar un Parque Jurásico aquí, porque los pobres velociraptores la tendrían jodida con los poligoneros de la zona. 

 Termino ya, aunque pienso continuar con la autocrítica ciudadana, con otro asunto que literalmente, llena de mierda nuestras ciudades. Los españoles por lo general, y los andaluces en particular, somos muy gallitos, pero realmente, lo que somos es más puercos que las gallinas. De ahí el título de la entrada. Las ciudades andaluzas, que deberían de estar como una patena de limpias, para dar la bienvenida a la cantidad enorme de turistas que nos visitan, resultan ser un enorme estercolero, más sucia que una porqueriza. La cosa tiene su enjundia, pues la mitad de las ocasiones, como ya dije, las papeleras, o están rotas, o están quemadas; pero cuando se reponen, una y otra vez, seguimos tirando las colillas y los papeles al suelo. Eso por no hablar de las playas, donde te bañas entre compresas y distintas variedades de plásticos. Y por no contar lo de que al personal le cuesta abrir los contenedores de basura, dejando las bolsas en el suelo de los alrededores del mismo, mientras éste, permanece vacío. Tampoco es explicable, y digno de estudio para Iker Jiménez, que narices hace la gente con los muebles, ya que todos los días, alrededor de dichos contenedores, aparece una maraña de maderas pútridas por la lluvia, por el sol, o por el calor, que llenan de bichos indeseables nuestras barriadas. 

 En ésto, voy a romper una lanza a favor de los políticos españoles, después de tantos palos, por parte mía. El dinero que se gastan los ayuntamientos españoles en reponer el mobiliario urbano que nosotros mismos nos hemos cargado es de vértigo. Y nosotros criticando los derroches de ellos, pero sin mirar a los nuestros. También el dinero empleado en la limpieza, mañanas, tardes, y noches, es también para tener en cuenta. Chapó por nuestros estadistas, que al menos se preocupan de la imagen de las ciudades. Pero no haría falta tanto gasto, si nosotros mismos cuidáramos lo que tenemos. Como dice el viejo refrán: no es más limpio el que limpia, sino el que menos ensucia.


Imagen de los destrozos del Parque del Oeste, en San Fernando.

sábado, 13 de octubre de 2012

Promesas incumplidas

 Es una entrada sencilla, no quiero enrollarme, pero el otro día con unos amigos surgió una interesante conversación (mientras esperábamos para recoger la pizza que habíamos pedido). Estábamos hablando de los trabajos, especialmente sobre los primeros que habíamos tenido, esos que te pillan de novato, en los que te esperas mucho, y lo más normal, es que no encuentres nada. Al menos eso pasa por aquí por el sur. Casi todos comenzamos con unas prácticas, en su mayoría no remuneradas, tras haber terminado el título de turno que uno haya hecho. Y las coges con ganas, pensando que te vas a comer a la empresa de turno, y que tal vez, con un poco de suerte te quedes. Evidentemente, como novato que eres, piensas que tal que llegues resolverás todos los males de la empresa...y luego la realidad te pone en tu sitio.

 Sin embargo, no eran por ahí los tiros de nuestra conversación. En la mayoría de los cursos para desempleados, y en las prácticas de empresa, ya sean universitarias o de índole autonómica, lo cierto es que siempre te prometen el oro y el moro. Y con perdón, por lo políticamente correcto, pero todo se queda en el moro. Siempre te recomiendan que sigas unos pasos que son los útiles para hacerte hueco en el mercado laboral, pero como siempre, la realidad te pone en tu sitio. Y como en todo estudio, nada de lo que hayas empollado sirve de algo. Esos mismos profesores, empresarios, y tutores en las prácticas, siempre prometen que hablarán por tí, ya que casualmente, les has caído bien a todos. Ni el del año pasado, ni el del anterior, ni el del que viene...tú eres la estrella. Que casualidad. Cuando pasan los años, y miras desde la retrospectiva, te das cuenta de todo: toda empresa necesita un primo que haga el trabajo que nadie quiere. Y gratis a ser posible. Porque si está a sueldo, tiene derecho a exigir, pero si lo que pasa es un examen, el alumno lo único que quiere es aprobar. De éste modo, tanto empresas como sindicatos y administraciones, se han lucrado a costa de muchos becarios jóvenes que lo único que tenían ganas eran de encontrar un sitio en ésta puta vida. Y la Junta de Andalucía, tan socialista, ha permitido el abuso del neoliberalismo en su lado más salvaje, para que cuatro pymes, pertenecientes, la mayoría a amigotes de turno, se aprovecharan de ellos de la manera más amoral posible, jugando con las ilusiones de la gente que más necesita encontrar un empleo. 

 Pero no todo es culpa de la administración, los ciudadanos también somos responsables, pues al fin y al cabo, tenemos los políticos que nos merecemos. Como todos sabemos, el modo de encontrar trabajo aquí, aunque sea una mierda, es el apadrinamiento. Es decir, el simple, y llano enchufe. Método made in Spain. Entonces, no rehúsas a la recomendación de nadie, y como decía Groucho Marx, tenemos unos principios que sino gustan, los cambiamos por otros. Y aparecen en escena aquellos amigos de turno, ya sean tuyos, o de tu padre, o del Naca, que te aseguran que cuando termines tu titulación, entrarás a trabajar con él, o en alguna empresa en la que tenga mano, pero casualmente, cuando toque el momento, la cosa es que está dura...precisamente en la profesión para la que has estudiado. Vamos...como siempre. Por mí pueden irse todos a la mierda: ciudadanos y administración. Tenemos lo que nos hemos buscado. 



http://www.trabajoensi.com/wp-content/uploads/2011/05/La-entrevista-de-trabajo.jpg





sábado, 6 de octubre de 2012

Balas blancas para la oveja negra.

 Decía una canción de Barricada en la canción de "Oveja Negra" aquello de balas blancas para la misma. Y es que el ungulado oscuro ha sido tema de conversación para poner a parir a alguien en todas las épocas desde que el mundo existe. En la Biblia ya tratan de poner de carajote al hijo pródigo, quien tenía que ser de España, y no de Israel como dicen, pues tras independizarse, resulta que al cabo del tiempo tiene que volver a casa. Sin embargo, y hay que decirlo claro, en la pandilla de Norit ni todas las ovejas son blancas, ni todas son negras, sino que la mayoría tira al gris, oscuro o claro, según cada uno. Pero es fácil señalar a alguien cuando las cosas no son como uno quiere. Un ejemplo claro es la sociedad de cualquier pueblo, entre ellos el español, que tiende a echarle la culpa a sus políticos, cuando éstos son, realmente, la pura representación filedigna del ideario del mismo. Y hay que decir, que si los políticos españoles son ladrones, es porque sencillamente, el pueblo español desciende por entero de la jarca de Alí Babá. Pero eso es otro tema, hoy no está la cosa para hablar de política, pues no sabría donde empezar.

 Hoy me da la gana de hablar de madres de adolescentes; concretamente de esas que opinan que sus hijos son ejemplares. En fin, me explico, recuerdo que en mi casa, cuando llegada la Navidad, había cuatro cosas tradicionales: los adornos, la comida, los regalos, y...la llamada de la madre de un colega que todos los fines de año desaparecía. La cosa, dicho así, parece más grave de lo que era en realidad; lo cierto es que la llamada tampoco fastidiaría sino fuera porque se realizaba todos los Años Nuevos a las nueve de la mañana, justo un par de horas después de habernos acostado todos en mi casa. Así que aquellas memorables y frías mañanas, cuando más calentito estaba en la cama, asomaba mi madre por mi puerta diciendo aquello de: la madre de J. al teléfono. Tras lo cual, tomaba aire, me cagaba en Panete, y contestaba, cada año de forma más borde, ya que de aquella no había inalámbricos, y había que levantarse del sobre. Otro año que J. había desaparecido del cotillón, pero no se crean que por secuestro ni nada parecido, sino que el señor J. cada fiesta grande, y pequeña también, tenía por costumbre cogerse un coma etílico o una borrachera del tamaño del Arco del Triunfo. Y no fallaba: carnavales, nochebuenas, fines de año, feria... Así pues, que mis amigos y yo, que nos achispábamos de vez en cuando, ahora resulta que empezamos a perder la costumbre, porque J. desaparecía, y nos pasábamos toda la noche buscándolo...hasta que nos cansábamos, y nos íbamos para casa. Al fin y al cabo, ya sabíamos lo que había pasado. El caso es que, una vez que matastes al gato, te llaman el "matagatos", y por mi costumbre de fumar, y haber cogido alguna cogorza que otra con los colegas, ahora resultaba que la mala influencia, para la madre de J.,  éramos todos nosotros...especialmente yo. Tócate los huevos. Pero quedaba claro para todos, menos para el amor materno, que los demás, al menos llegábamos de pie; y que pese, a que yo faltara a alguna fiesta (entónces vivía en Huelva), o faltaran algun que otro amigo, el señor J. seguía cogiéndosela doblada. Y es que no hay más ciego que el que no quiere ver. Como aquello de que el cornudo es el último en enterarse de los deslices de su mujer. Hay muchas madres que no ven que los que cometen los errores son sus hijos, y se empeñan en echarle la culpa a sus amigos. Y sino, es la sociedad la que lo fustiga. Pero cualquier cosa, en vez de tomarse en serio el problema; tal vez ahí resida el principal fracaso del sistema educativo español; es decir, la ceguera de la propia familia para ver la realidad. Los progenitores de éstos críos nunca terminarán de reconocer los vicios de sus hijos, y así les va. Son los típicos que siempre van a negar que sus hijos ni fuman, ni beben.  Que son ideales de la muerte.

 Sea como fuere, el último fin de año en la que se realizó aquella llamada, y en la que mandé a la madre de J. al carajo (siento ser tan literal), ocurrió lo siguiente: tras toda una noche de búsqueda por parte de todos nosotros, y preguntas a los distintos amigos que estaban en el cotillón, logramos encontrar a J. A eso de las siete de la mañana ya. Lo cogimos entre dos, y lo llevamos a la entrada, a que se sentara en un banco. Y le dijimos que esperara un momento que íbamos a ir al guardarropas a coger las chaquetas. Y les puedo jurar, que al igual que en el Triángulo de las Bermudas, con los barcos, el señor J. desapareció como si nada. Así pues, hasta las narices de buscar toda la noche, decidimos no volver a empezar, y cogimos el autobús de vuelta a casa. Pasado el día, nos volvimos a ver todos de noche, y le preguntamos al personaje en cuestión, que le había pasado. Y nos contó que decidió irse andando, entre Chiclana y San Fernando, pero no por la autovía, ni por ningún sendero, sino por medio de las marismas (sería marea baja), así que recuerda que apareció a la altura del Puente Suazo, con todo el traje chaqueta enfangado hasta la altura de los hombros. En ésto, se para un coche, y un nota lo invita a montarse para acercarlo a casa. Y mientras tanto lo entretiene con revistas porno...Y ya no recordaba más. Casi mejor, le contesté, fue entónces cuando le dije que mandé a la mierda a su madre. Se encogió de hombros, e hizo un gesto con la cara de como sino hubiera pasado nada. Que le daba igual...
 Vaya mundo de locos, después era yo el que daba la nota...


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