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sábado, 30 de junio de 2012

Breve tratado sobre los maridos de las cabras.

 Hoy me siento extinguista sobre la especie humana. El extinguismo es el ideal más chorra y extremo de los ecologistas, que abogan por la extinción de todo ser humano sobre la tierra. Y es que uno acaba hasta los badajos de tener que aguantar imbéciles todos los días. Cada día me canso más de currar más, para ganar menos; mientras veo una noticia tras otra, como Alí Babá y todas sus castas se han llevado calentito lo que pagamos todos los españoles. Y encima tener que decir que te llueve, cuando te están meando encima. Cada día tiro más a perroflauta, y cada vez tengo más animo de coger un cóctel molotov y tirarlo contra cualquier sede política, sindicato, banco, inmobiliaria o patronal. No se, de veras, si la mala suerte me asiste, o es que simplemente, soy de Cádiz, y aquí, directamente los trabajos y los empresarios, son con todas las letras, y directamente, una puta mierda. Incluyendo, con ellos, a los sindicatos aburguesados que miran para otro lado, y a una administración que tiene por norma general ser corrupta.

 Pero no he venido hoy a contar nada nuevo de la situación política y económica, pues sonaría a cansino ya.  Hoy voy a hablar de aquellos de los que nos acordamos en nuestro momento All Bran. Es decir, sobre los jefes; esos que se dedican a hacer la vida imposible a los que están abajo para ganarse un ascenso acosta del mérito de los demás. Ese, que lo único que hace es dar vueltas por la oficina o la obra, en plan Stasi para ir dando por saco a quienes les rodea. Aunque antes de empezar, hay que decir que he tenido jefes de los que guardo un buen recuerdo, y ésto no es ánimo de peloteo. Y tampoco es como la Atlántida, un mito. Sino que existen y todo, aunque nunca nos tocan a la mayoría de los mortales. Pero a grandes rasgos los hay de dos tipos: "los buenos" y los peores. Sobre los segundos, creo que no hay nada que decir, porque ¿a quien no le ha tocado uno?. Sin embargo, con ellos trabaja todo hijo de vecino, sin excepción alguna. Para mí, sin embargo, los peores son los que van de "buena gente", aquellos que parecen que no han roto un plato en su vida, y que te da constantes palmaditas en la espalda, pero que cuando pueden, te meten una puñalada trapera por la espalda. Son éstos, los típicos jefes buenistas, con los que no trabaja nadie...salvo el gilipollas de turno, que normalmente, suele ser tú. Que te pasas la vida trabajando el doble que los demás, porque te cae todo lo de todo el mundo. Porque para que aquel se toque los badajos a dos manos, resulta que a tí, que eres el que menos cobra, eres el que tienes que ayudar porque las cosas están muy mal. Mientras observas como se paran a charlar, o a tomar un café tras otro. Tanto, como exigencias te van atribuyendo a medida que pasa el tiempo. Entonces, te conviertes en un antipático porque empiezas a estar harto de tanta pamplina...total, que al final, el que se va a la calle, eres tú. Pero el vago se queda, pues, o está fijo, o enchufado. Eso es, señores, la economía española. En la que no se premia al que trabaja, sino que se le castiga con más tareas. Mientras tanto, a aquellos que son los que se pasan el día sin hacer nada, o de baja, tienen todos los derechos del mundo que a tí, nunca te darán la oportunidad de tener. Porque eso sí, España es un país que confunde derechos con privilegios, que no es lo mismo. Por decirlo claro con un ejemplo: vacaciones, pagas extras, estabilidad, compatibilidad horaria, dietas, etc. Son un derecho. Que te den entradas gratis para un concierto, acciones o un coche de la empresa u oficial, pensiones millonarias, por ejemplo, son privilegios. El problema viene de una cultura española extremadamente liberal en temas empresariales, y de un ideal de que los derechos hay que ganárselos, y lo que hay que ganarse, precisamente, son los privilegios. 

 Las empresas españolas, son en su mayoría, familiares, con lo que ya da una idea de lo que puede aspirar un trabajador de nuestra patria. Pues aquí lo que reina es el enchufe, aunque el que vaya para jefe sea un negrero que se dedica a aplastar derecho ajenos. O un niñato universitario que no ha dado un palo al agua en su vida, y que no sabe lo que es trabajar. Y todos, caen en la misma historia del mercado laboral español: hay que trabajar muchísimo, pero con palos constantes en el costado. Sin caer, que a pesar, de que los trabajadores patrios, son de los que más horas echan en toda Europa, y que, en cambio, tienen un déficit extraordinario de productividad, por algo será...Sino hay trabajadores motivados, está claro que se dejan de ir, porque para tener la misma mierda, uno no curra. 

 Hoy viene a colación ésto, porque yo también me puedo enfadar, aunque parezca mentira, pues casi siempre estoy sereno. Mis casos en concreto no los voy a contar, porque no le interesa a nadie. Pero sí he sido testigo de una injusticia que me ha tocado las narices del todo, por culpa de un jefe maníaco que se dedica a perseguir constantemente a aquellos, a los que tiene a su cargo, pero no bajo su mando. Éstos últimos, que son, precisamente, los que se tocan el badajo. De los primeros, me encontré una sorpresa esta mañana, cuando una de las limpiadoras, se acercó a mí para preguntarme si yo desayunaba a media mañana, porque a ellas el desgraciado aquel, les había dicho que no, mientras que su empresa sí les dejaba (es una subcontrata). Pero que aquí no podían haber ido a tomar nada ninguna mañana. A lo que le respondí, que se fueran a desayunar cuando les saliera del papo, que ese mierda no es nadie para prohibirles nada si la empresa en cuestión les dejaba. No tengo habilidad para los males de ojo, pero por si acaso, mal rayo le parta, a él, y a sus hijos, que encuentren un jefe que sea un espejo de su personalidad.


sábado, 23 de junio de 2012

La gymkana del Doce.

 Llegó el veranito, y el tráfico en las ciudades de la costa se multiplica en vehículos...y se resta en aparcamientos. Ciudades como Chiclana, que en invierno tienen unos 80.000 habitantes, pasa en verano a tener unos 200.000. En general, la Bahía de Cádiz y zonas aledañas de costa, como Conil o Sanlúcar, llegan a lograr entre todas el millón de habitantes en tiempos estivales. Lo malo de todas estas localidades es, que pese a la masa de veraneantes, con sus respectivos coches, pasen unos meses aquí, las infraectructuras están preparadas para una población lógica del tamaño correspondiente a las respectivas ciudades. Y yo, que soy muy friki para ciertas cosas, hago mis rankings particulares de mejor o peor conducción por cada ciudad de la zona. Siendo las dos más cómodas para el conductor, las dos ciudades más grandes: Cádiz, y a una gran distancia Jerez, que si bien tiene buenas avenidas, abusa de las rotondas. Puerto Real, es todo una delicia. Entre las que menos me gustan para el tráfico están El Puerto y Chiclana. Pero a mi enterder el premio a la conducción más coñazo de España se lo lleva, tras varios años seguidos, San Fernando. 

 La Isla que era un buen lugar para conducir, se ha convertido en poco menos de tres años en una tortura para el conductor; sobre todo en su eje central, que va desde la Avenida Al-Andalus, hasta la de Reyes Católicos. Desde que se peatonalizó la Calle Real, los planes de tráfico son inexistentes, y se han parcheados soluciones que son una auténtica chapuza y que sólo logran empeorar las cosas. Partiendo de la base de que pienso que la Calle Real, está mucho mejor peatonalizada, pues ha dado mucha vida en el centro de la ciudad, a pesar de la crisis, y de que el tranvía aún no ha llegado; así que quede claro, que a pesar de que en un principio no me gustó la idea del trenecito, ahora sí estoy a favor, por lo que nadie me puede acusar de que le tengo antipatía al apaño que han hecho. Pero sabiendo, que antes, un corte de la Calle Real armaba un pitote de los mil pares de narices, en un sólo día; podían haber previsto lo que iba a ocurrir si ésta se cortaba para siempre. Los desastres del eje antes mencionado son varios a tener en cuenta para ser corregidos:

 - Los carriles-bici son una chapuza, y no veo a ningún ciclista utilizándolos, pues sus rutas se pueden calificar de desastrosas. Además quitan espacio a la calzada y a las aceras, en lugares en los que no sobran el espacio. 

 - El número de pasos de cebra son excesivos. En un tramo de apenas cincuenta metros he contado unos diez. Lo que supone un atasco asegurado en lo que se preveía que iban a ser vías rápidas. Éstos además, están sin regular, sin semáforos alguno que controle el tránsito de peatones y vehículos. Así pues, se encuentra en ciertas zonas que el goteo de transeúntes es interminable, formando un atasco de proporciones considerables. Además están situados, los pasos de peatones, en las salidas de las glorietas, lo que además de ser unos diques para el tráfico, que se atasca en las confluencias de caminos, es un peligro para los peatones que en ocasiones no son vistos por los conductores que salen desesperados de las rotondas.

 - En ciertos cruces, de poca visibilidad, como el que hay entre la Avenida Reyes Católicos y San Ignacio, donde los coches que vienen de ésta última calle, tienen que asomar el morro, no hay ningún triste semáforo. Siendo San Fernando, como El Cairo, con uno o dos semáforos, por toda la ciudad. Pero para colmo de males, los nuevos que se han puesto, forman más atascos, pues son de los que yo llamo de "dedito", es decir, con pulsador, y con un escaso margen de tiempo para cambiar de verde a rojo desde que el peatón pulsa el botón. Así pues, son memorables los embotellamientos existentes en la Avenida Pery Junquera, donde los que van al Parque del Oeste, pulsan constantemente, deteniendo el tráfico procedente de Cádiz. He llegado a ver atascos que llegaban, incluso a la autovía. El del Almendral, en la Avenida León Herrero, es otra coña, hay tres pasos de cebras seguidos, dos sin regular, en una vía en la que los coches van a cincuenta, como poco, y otro semáforo de botón, que no tiene margen alguno con el ámbar.

 - La recuperación de los tres carriles en Reyes Católicos se me hacen imprescindible, como ya ocurría antes, y no éste invento raro de calle sólo para carga y descarga que se han sacado de la manga. 

 - La Policía Municipal es de pura coña marinera, por citar sólo un ejemplo, el otro día multaron a un camión que estaba aparcado encima de una acera mientras hacían una descarga de muebles para un piso. Mientras es conocido por todos los isleños, que hay zonas, como las cercanías de la farmacia de Reyes Católicos, o la plaza de Hornos Púnicos, entre otros, donde los coches están encima de las aceras, en doble fila, en linea amarilla, etc. Sólo porque van a comprar el pan, pescaíto frito o ir al bar, simplemente. Molestando al tráfico durante un largo tiempo. Mientras los del camión, a fin de cuentas, fueron sólo cinco minutos, y estaban trabajando.

 Pero a todo ésto, usted se preguntará porqué he puesto éste título a la entrada que se encuentra leyendo con mucha paciencia. Pues porque el hecho de conducir en San Fernando es como jugar a una gymkana, o al Mario Bros, ora izquierda, ora derecha, luego un saltito en un baden gigantesco como los de la calle Juan de Austria, luego frenazo, otra vez primera, segunda, tercera, frenazo, atasco...y así hasta aprender a blasfemar con todas tus ganas. Y para que no digan que no doy soluciones, que sólo critico, hay está enumerado los fallos en el "plan de tráfico" de La Isla, sólo hay que corregir eso, y dejar de ser demagogos, que en eso, y en el futbol, no nos gana nadie a los españoles.

Imagen de la Avenida Reyes Católicos, donde se observa dos pasos de cebra en muy pocos metros.