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domingo, 4 de diciembre de 2016

Po va a ser que no...

 Vaya año horrible en ésto de los referendos y elecciones, y es que o una de dos, o los ciudadanos se han vuelto tontos y no tienen ni idea de que votar, o es que les han salido contestones a los poderes de toda la vida. Después de lo del Brexit, dos elecciones en España, la negativa de Colombia al proceso de paz, el auge de la extrema derecha en muchos países de Europa, y para colmo lo de Donald Trump, demuestra dos cosas, una que las encuestan aciertan tanto como los economistas sobre el futuro, es casi mejor preguntar a la vidente que sale en el Telecádiz, que seguro que adivina con mayor porcentaje que todos los estudiosos de la materia estadística. Lo segundo es la demostración del absoluto agotamiento que se muestra en la mayoría de los ciudadanos occidentales, cansados ya, de una crisis que no acaba, y que no termina nunca con los recortes, el paro, o la baja calidad laboral entre otros síntomas, de que la cosa no termina de despegar por mucho que digan que la economía crece al 3%. Porque el problema de ésto es que los datos macroeconómicos poco importan a la mayoría de una, cada vez más raquítica, clase media, y una cada vez más amplia clase baja. Ya que ellos no ven que ese crecimiento se manifieste en su casa, sino que, por el contrario, ya tienen asumido que van a vivir peor que sus padres, a pesar de su mejor preparación.

 Puede que nos haya llegado nuestra particular Perestroika, y todo nuestro sistema capitalista y atlantista se esté yendo al traste. Pero el cansancio popular está llegando a todos los países de todos los modos posibles con populismos de distinto corte y espectro, que vienen a decir lo que todo el mundo quiere escuchar en el determinado lugar de turno. No obstante, todos tienen un punto en común: el votante medio se encuentra cansado también del sistema (no sólo en lo económico) que les rodea, de la censura constante de lo políticamente correcto, de las discriminaciones positivas, de la pérdida constante de derechos laborales, de la falta de defensa ante las grandes corporaciones, de la pérdida de valores, de las pérdida de las tradiciones y de la educación... en definitiva, cansados del edulcorado y plastificado mundo de hoy.  Se han dado cuenta de que todo era un escenario de cartón piedra. Luego están los actos contra los inmigrantes, el racismo en general, por un lado, y el ataque a la religión y la lucha de clases por otro. Pero al fin, y al cabo, como ya pasara en determinados momentos de la historia, con crisis similares, la llegada de violentos fenómenos desintegradores que, normalmente, no terminan bien, y que vuelven como si del mar se tratara con las mareas. Hablamos de un cansancio y un hastío que bien canalizan gentuza como Nigel Farage o Donald Trump, Le Pen o Artur Mas, con un carácter segregador. Otros como Pablo Iglesias o Tsipras alientan a las masas proletarias en contra de los mercados, hasta que chocan con la realidad de que quien verdaderamente manda en el mundo, es el dinero, simplemente y llanamente el dinero, en el sentido más literal del término. Aunque todos, incluído yo,  hubiéramos preferido una malvada organización de poderosos a la que derrotar. Para colmo, los políticos tradicionales, la denominada casta, todavía no se ha enterado de que las apreturas no son solo para el pueblo, sino que ellos mismos también deben aplicársela, adelgazando administraciones elefantasiacas como la española o la de la UE, y que para mantenerlas, implica apreturas de sueldos y subidas de impuestos. También han caído en el desprestigio los sindicatos, que son meras comparsas de unas empresas que ya no saben como explotar más al trabajador. Y lo que para mí son el auténtico cáncer a extirpar de la crisis, el problema principal, amen de la deslocalización de fábricas, son los paraísos fiscales donde sinvergüenzas y millonarios insolidarios depositan su dinero para evitar los impuestos que redunden en servicios sociales. Cosa que por cierto, el pobre también hace, comprando tabaco de contrabando, por ejemplo.

 Así pues que en esta tarde de lluvias (diluvio diría yo), en las que el canal Cuatro TV anuncia con pleno acierto que van a estrenar Noé, que mejor que en periodo de inundación de media España... Y con las noticias del último año, parece que llega el fin del mundo, y ahora que se está acabando todo es cuando el Cádiz C.F. empieza a jugar bien, que ya ha tenido tiempo para hacerlo. Pero como siempre, en nuestra tierra llegamos tarde a todo. Que mala suerte la nuestra. El mundo está cambiando, y quien sabe si a lo mejor traen la City a mi barrio. Pero si quieren un consejo, por ejemplo para Acofinca, u otras administradoras de comunidades de vecinos, mejor no pregunten por el pintado de la fachada o la subida de sueldo de la limpiadora en las reuniones, pues aunque los sondeos le den puntos favorables a usted, no vaya a ser que en las votaciones le digan: Po va a ser que no... Hagan como el gobierno de Colombia, si no le gusta el resultado del primer referendum, siga para adelante, con otro proceso parecido, pero sin preguntarle a nadie, con dos cojones, no vaya el pueblo a equivocarse otra vez.

viernes, 6 de mayo de 2016

Trabajar por placer.

 Excluyendo a los  voluntarios por algo, ya sea un grupo ecologista, una asociación contra el cáncer, contra la pobreza, una cofradía, un equipo de fútbol, un partido político, o lo que sea, pues son gente que trabajan por causas mayores a su propia individualidad; pregunto a todos los presentes, y que me levante la mano el tonto del haba que se levanta temprano, vuelve tarde a casa, o hace alguna guardia nocturna, y lo haga por el más absoluto de los placeres. Y vamos a separar la paja del grano, habrá gente vocacional que me diga que su trabajo le encanta, pero una cosa no quita la otra, porque unas son horas laborables, por mucho que uno disfrute (que ya es una lotería, en España, trabajar en lo que te corresponde), y otra muy distinta las festivas. Porque al fin y al cabo, el placer consiste en estar tomando unas tortillas de camarones acompañadas de unas cervecitas en una terraza con los amigos. Estar tumbado en la playa, pasar un día en el campo, o irse directamente de juerga. Allá cada uno con sus gustos y aficiones.

 Ésto viene a colación porque el otro día en una aplicación de móvil que tengo, que es además página web, y que en teoría sirve para encontrar trabajo (timojobs...), resulta que al presentar tus solicitudes para los "millones" de empleos que se ofrecen -muchos de los cuales, sospechosamente, salen y una y otra vez, como los del mundillo comercial- resulta que ahora se ha puesto de moda el dichoso cuestionario de turno en el que te preguntan experiencia, y si has trabajado en el sector y cosas por el estilo. Pero el premio bastinaso de oro se la lleva la típica cuestión de: ¿y usted por qué quiere trabajar en nuestra empresa o en dicho sector?. He de decir que a lo primero contestaba con la típica retahíla de "porque es un sector y una empresa por la que siempre me he sentido atraído" y falsedades varias. Visto que la cosa se ha puesto de moda, y que echar un curriculum es más coñazo que las aceras de la calle Juan de Austria, ya respondo rápidamente aquello de: "por placer..." Y no pongo el no te jode...porque ya es faltar mucho al respeto. Aunque no llegaría aún así, al nivel de ellos. La última pregunta en cuestión, que contesté así, fue para una empresa funeraria. ¿Acaso esperaban en dicha empresa, o en una que se dedica a limpiar váteres, que de verdad uno echa una solicitud de empleo en un sitio así por vocación?, ¿o por puñetera necesidad?. Vamos, no me jodas. El grado de estupidez supina de la pregunta ya es que roza el insulto a la inteligencia y la falta de respeto por el desempleado de turno. La hipocresía que maneja el mercado laboral, y en concreto, los departamentos de recursos humanos de muchas empresas es digno de la mayor tontería y encorsetamiento social desde la época victoriana. Y más en un país, como el nuestro, donde hay estadísticas de que el 81% de los empleos se encuentran por enchufe. La noticia es literal, no me la he sacado de la manga. Imagino al típico ingeniero con tres másteres, uno en Kentucky, otro por la Politécnica de Michigán, y el tercero por la Universidad Complutense, diciendo, que bueno, yo he hecho todo ésto, y mis padres se han gastado tal pasta (cuando no la ha trabajado él mismo para poder pagársela), y que tiene el C2 de chino mandarín, además de hablar ocho idiomas más, diciendo aquello de que lo que realmente le interesaba en la vida era acabar vendiendo seguros a puerta fría.

 Toda la farsa que conlleva todo este ritual de entrevistas, cuestionarios y demás, es como la cocina de los programas de la televisión. Mucha pamplina de emplatado, de creaciones hecha con un soplete, miradas de superioridad, falta de compañerismo, pisoteo a los demás, broncas donde brilla por su ausencia el respeto, y donde se debe de contestar al jurado de turno como los reclutas de un cuartel a su sargento. Mucho endiosamiento, mucha falsedad, muy bonito todo, para al final acabar con un plato cuadrado y una bazofia mínima en el centro. Con las selecciones de personal es igual, mucha traba, muchas falsas personalidades, demasiada corrección política en lo que decir, para al final, si tienes suerte, acabar entrando, a trabajar con un sueldo de seiscientos euros, cotización mínima, y puesto laboral inferior al que realmente realizas. Mucho plato para tan poco pescado. Mucho lerele, y poco larala, como se dice por aquí. Si tienen la veintena de años, y me están leyendo, permítanme un consejo: metánse a militar o a la Guardia Civil, y creánme, no soy de ninguno de los cuerpos mencionados, pero le aseguro, que pese a la fama, soportaran menos tonterías que en la calle.

lunes, 28 de marzo de 2016

Pues también es mala suerte...

 La verdad es que para no ser nada supersticioso, siempre he creído mucho en la suerte, es verdad, que casi siempre, te sale el típico listillo diciendo eso de que La suerte hay que buscarla. Como si los que vamos de puto culo no la hubiéramos buscado... Y yo siempre lo digo claro, el maldito Murphy 
la tiene tomada conmigo, como la profesora que tenía en el colegio; porque seamos sinceros, el que es cenizo, lo es de nacimiento o no lo es, como el que es guapo, orejón o cabezón, se tiene o no se tiene. Y siempre he pensado que en este mundo hay una conjunción planetaria, o una concatenación de hechos, que siempre logran dar por culo en el momento menos adecuado. Y es que la suerte es inversamente proporcional a la cordura. Es decir, que para tenerla, basta con ser un gilipollas. Otra cosa es la "suerte" con comillas, no las del marqués, sino esa sospechosa que tiene cierto sujeto que en todo momento laboral de su vida va pegando pelotazos, ahí que quieren que les diga, perdonen mi escepticismo hacia un país como el nuestro, dado al padrinazgo y al enchufismo más rancio. 

 En fin que sea como sea, en otra vida, tuve que ser un cruel señor feudal, un desalmado pirata o un tirano de cualquier república bananera de alguna isla tropical, el caso es que siempre el destino me jode de un modo o de otro. Me acuerdo como en 1º de BUP (sí, tengo ya mis años), tuve un profesor de educación física que era preparador físico del Cádiz, y resultaba que por aquellos tiempos, el árbitro que más pitaba en contra del equipo amarillo, era precisamente uno que se apedillaba, como no, Baños Martínez. Fíjate como era la cosa, que él tenía que salir siempre escoltado del Carranza. Y yo tuve que correr tres carreras de no sé cuantos kilómetros para aprobar la asignatura, porque el profesor se creía que el otro era mi hermano. Pero es en lo laboral donde mi bajío se lleva la palma, y no viñera precisamente, si entro a trabajar en una empresa potente, ésta se declara en bancarrota, y todos a la puta calle. Si entro en una donde hay una vacante para dos, la otra candidata será una muchacha de generoso escote, objeto de deseo de un viejo verde que resultó ser el dueño de la misma, si entro en unos grandes almacenes, empiezan a echar hasta a los fijos porque no va ni San Pedro a comprar, en otro lado, entro para una cosa mejor, y acabo con una soleta porque al final se necesita otra cosa. Por esa regla, si me meto en una funeraria, deja la gente de morirse. Así que como comprenderán, sí creo en la suerte, sobre todo en la mala, porque hay muchos factores que se han escapado de las manos, y no son culpa mía, antes de que alguien diga nada. Que es muy fácil torear desde la barrera. La verdad, creo que ésta es la primera vez, que escribo a un nivel tan personal, pero a veces, es bueno el desahogo, y el echar bilis por el teclado. 

  La última coincidencia chunga, y volviendo a poner una nota de humor, es la del político separatista, antiespañol, antiUE, antiOTAN, antiPajaresyEsteso, antitodo...pues que resulta, que la lía parda en el parlamento catalán, y se llama, como no, Antonio Baños. Justo cuando este verano había pasado yo por Barcelona, que ya es casualidad. Pero no es lo único, me perdí lo de Ricky Martín en el Sorpresa Sorpresa y la niña del foie gras preparado en su mollete de Antequera para su perro. Lo vio todo el mundo, menos yo, y gente que me dijo que lo tenía grabado y aún no me la han enseñado. O cuando vivía en León Herrero, y todo el mundo decía que estaba el Iker Jiménez en el Plaza porque había una niña fantasmal en el cine, y yo asomado a la ventana como un carajote, y buscando el reportaje en el Cuarto Milenio. Ya van con retraso si quieren publicarlo, porque la niña habrá terminado ya, hasta con el purgatorio. Y ahora resulta que todo el mundo, aquí en Cádiz, conoce al Kichi, que es su coleguita y es muy buena gente. Cojones, al final el único que no lo va a conocer voy a ser yo. Y es que la mala suerte me persigue. Igual que cuando alguien me promete que va a hablar por mí en algún trabajo, y cuando toca, resulta que ahora no, que está todo muy mal y están echando gente. Ya es mala suerte...todos con enchufe, menos yo.