Es tiempo de Semana Santa, y como cada año, se suceden las torrijas, pestiños, arroces con leche, misas, inciensos, lluvias y demás cosas tradicionales de las fiestas que venimos celebrando. Otro elemento típico circula en las redes, bares y reuniones que se suceden en esta España de charanga y pandereta, laica eso sí, que hemos heredado; me refiero a las críticas propias que se derivan, una y otra vez, hacia las procesiones que se realizan en nuestras ciudades.
Desde que gobernó Zapatero se ha heredado en nuestra nación una mierda de anticlericalismo que apesta a la mediocridad propia de un resentido que no ha encontrado elemento motivador alguno de alguien que se cree un intelectual, un genio, y en realidad es pura vulgaridad. Uno más entre los demás. Son los típicos que leen tres ensayos y se creen que todo el monte es orégano. Alegan la molestia que les producen el ruido de las bandas, pero no se quejan de la suciedad en las calles, y ese mismo ruido, o peor, que se dejan en carnavales, o feria. Las cuales, tienen mucho olor a orín. Otros alegan un fanatismo, que si bien es cierto que existe en las cofradías, también aparece en los que cantan en las tablas del Falla cuando emplean letras en lo que no hay nada más bonito en el mundo que Cádiz. No quiero entrar en polémicas banales como las que se plantean comúnmente, y solamente, predicar el respeto a los gustos de cada uno. Pues aunque parezca ésto un alegato cofrade, a mí la Semana Santa no es siquiera una fiesta que me guste. Pero lo que sí odio es la mediocridad y el fanatismo.
Con tanto licenciado que hay en éste país, sorprende que sólo sirvan para discutir si lo mejor o lo peor en esta vida es ser ateo o creyente, en vez de buscar, crear y crecer, como sería lo normal en cualquier país. Pero los hay peores, hay subnormales que reniegan de la iglesia, pero después salen de penitentes o cargando en un paso. Incomprensible. Pero es que lo de Andalucía es único...y luego prentenden que nos tomen en serio...
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