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martes, 6 de junio de 2017

Muerte de éxito.

  Mi generación, la que nació entre los años 1.980 y 1.990, se puede considerar afortunada en esto de las tecnologías, todo hay que decirlo, nos han dado coba en lo laboral, pero con los nuevos artilugios hemos tenido suerte, pues somos lo suficientemente jóvenes para entenderlos, y tenemos ya, la necesaria experiencia para saber el proceso por el que pasan todos los nuevos inventos. Hemos ido evolucionando y viendo como se rebobinaba una cinta de cassette con un bolígrafo, llevar un Walkman que uno se colgaba en el cinturón terminando, por ello, con dolores lumbares; hemos programado vídeos VHS, grabando todas las finales del Falla en cintas de cuatro horas (que siempre se acababan cuando el Jurado iba a decir las agrupaciones ganadoras); de niños, al habernos criado disfrutando de la tele con el Equipo A- los de hoy, lo hacen viendo la financiación en B-  y McGyver, hemos jugado con los Walkie Talkies que no conectaban como el otro niño cruzara una esquina o cambiara de cuarto, y hablando de ladrillos, todos recordamos a aquellos móviles Motorolas que los varones, al carecer de bolsos nos hemos metido en los bolsillos de los vaqueros en los que el bulto en zona tan estratégica y de noche en una discoteca, podía sonar sospechoso... Ya no hay ni tocadiscos, ni radiocassettes, ni compact disc, ni vídeos, ni dvd, ya están en peligro de extinción los mp3 o reproductores de música o las cámaras de fotos que no sean reflex (y hay quien me asegura que también), los sms, y si me apuran, hasta los ordenadores de mesa. Los nuevos móviles, más un coñazo que un invento, han acaparado todo, la fotografía, la música, los vídeos, las películas, Internet...y hasta sirven para hablar por teléfono.



  Pero sí algo ha destacado a los nuevos teléfonos son por el uso de las redes sociales, habiendo todo una variedad para cada gusto y edades: Whatsapp, Line, Facebook, Google +, Twitter, Instagram o Snapchat entre otros. Sin embargo, voy a dar una información para los muchos novatos y gente joven que se adentra por la red: no son los primeros. Antes hubo otra forma de sociabilizarse, y no, no me refiero a los bares; al comienzo de la generalización de Internet por España (en otros lados ya nos llevaban años de adelanto) había una cosa que se llamaba Chat, en el que uno entraba en conversación general o bien, a hablar en un privado si entre la lista había uno/ apodado/a rubiakadiz o guapitoJerele para conocer y conversar con la persona en cuestión. Había como es evidente, mucha gente que usaba el chat para ligar, o creer que habían ligado, porque también había mucho sieso que lo usaba para dar coba. Famoso en aquellos tiempos posteriores al 2.000 era el chat de Terra, que en paz descanse. Porque además tenía la cosa de que te podía conectar por provincias. Sin embargo, una vez más, y hay que reconocerle el mérito al tío, a Guillermito Puerta, más conocido por el nombre de Bill Gate, supo visionar una vez más, y antes que nadie, un chat para gente de confianza, en el que tú agregaras a quien era tu amigo y te caía bien. Pero eso era al principio, como pasa hoy día con el Facebook, ya la cosa se te ha ido de madre, y ya no sabías quien cojones era Juan Pedro Periquín, ya que lo agregaste una vez porque hicisteis unas risas en alguna asignatura minoritaria de tu carrera allá por el siglo V antes de Jordi Hurtado. También se encontraban aquellos amigos o amistades que uno agregaba por compromiso a sabiendas de que era un coñazo de tío. Como pasa hoy en día. Y entonces, ya la cosa se te había ido de madre, lo que empezó estando de lujo, con tus mejores amigos, acabó por ser una tortura psicológica de chat, y de correos digitales, con 950 mails atrasados sin abrir, con un porcentaje de un 85% de chorradas, un 14% de publicidad, y un restante con algo serio, dando como margen de error el 1%, es decir, el "algo serio". Los chats del Messenger, que así se llamaba el invento se convirtieron en algo parecido a la Calle Real de San Fernando, la Sierpes de Sevilla, Larios de Málaga, Concepción de Huelva, Larga de Jerez o la Ancha de Cádiz, en las que había una legión de gente aburrida esperando a pillar a algún pobre incauto desprevenido para darle un rato de auténtico coñazo. Se daban cuenta porque el inventito te avisaba quien se había conectado por una ventanilla en el margen inferior derecha, y un clín, que sonaba en tu ordenador, y por unos iconos con forma de muñequitos que te chivaban el estado de la pobre víctima: disponible, no disponible, desconectado, estudiando (jejejeje...). Así pues, muchos aprendimos a descargar algunos cracks piratas para que invirtiera la gracia, y pusiera no disponible cuando se conectara. Y por ello, a la larga, Messenger, dio la opción de poner el no disponible aunque estuvieras conectado y hablaras así con quien tú quisieras. Como dijo una chavala que conocí, y que sabía del tema, fue su acta de defunción. Todo el mundo a sabiendas de los coñazos de turno, optaron por "no conectarse", aunque eso no pudo evitar el desuso.

 Así que con la experiencia que el flojeo estudiantil me dio, me veo más que capacitado y autorizado, para explicar todos los procesos evolutivos de las llamadas redes sociales:

  1. Empiezan a nacer con un nuevo brío, y aunque tú no sabes que narices son, todos los enteradillos que te rodean ya tienen una cuenta en la nueva red social, y te miran como a un Cromañón por no tener una. 
  2. Te creas una cuenta, o bien por decisión propia, o porque te han dado mucho la vara para ello. Y te das cuenta de que está de lujo y empiezas a disfrutarla. Se tira unos años con la mejor gente posible, y echando muchas risas.
  3. Empiezan las cadenas, las firmas de las causas varias, el pásalo, la plantita de Brasil con las arañas peludas, las inservibles -como consejo- frases de Paulo Coelho con la foto de Lincoln al lado, el niño indefenso al que vas a ayudar y resulta que es un albanokosovar que te roba el riñón y te despiertas en una bañera, la de los LatinKings en un coche con las luces apagadas, el tenemos que llegar a las mil firmas para salvar el idioma castúo de las montañas del sur de Porriño...
  4. Empiezas a agregar y a creer que todo el mundo es tu amigo, y al final te encuentras con una lista que parece la de un colegio de China. 
  5. Empiezan a descubrir la red social los jubilados de la tercera edad, que comienzan con ciertas reticencias, pero que terminan por dar un porculo del c...ya que entonces empieza a bombardear la red de chistes que vistes hace años, cadenas que ya ni tú mismo te crees, fotos, y un larguísimo etcétera con el que terminan de aburrir a la gente joven, y a gran parte de la mediana edad. 
  6. Se termina el proceso con la politización de la red social, llegan los partidos políticos, equipos de fútbol, agrupaciones ecologistas, rocieras, cofrades, asociaciones antitaurinas, las taurinas, los curas, los comunistas...y toda la madre que los parió. Si del buen rollo inicial todavía quedaba un ligero resquicio, ahora es como las discotecas de la provincia de Cádiz, que empiezan llena de pijos, y con los años se llenan de drogas, peleas y muchos canis. Empiezan a generalizarse las broncas, insultos, faltas de respeto, debates estériles, lapidamientos y autos de fe en masa... Por este mismo proceso están ahora WhatsApp, Facebook y Twitter, si bien la primera se libra por la mensajería gratis, las dos últimas seguirán vivas mientras no aparezca otra cosa mejor y más novedosa, entonces podemos ir preparando los ataúdes de pino.
  7. La gente normal, que antes entraba a echar un rato agradable, cierran la cuenta o la siguen manteniendo abandonada a su suerte, y manda a paseo a todos los porculeros. La red social entonces, acaba como el recinto de la Expo 92 de Sevilla, abandonado, y con las hierbas creciendo entre los adoquines. 
 Pero no se asusten, todo sigue adelante, y donde antes había una cosa crece la otra, y es que como decían en las clases de naturales: el agua busca su camino, y lo encuentra. Y las redes sociales también, ya saldrán otras nuevas, que estarán de lujo, hasta que las vuelvan a joder. Es el ciclo de la vida. Pero les voy a confesar una cosa, las mejores para mi gusto, son las de siempre: un bar con un cartucho de camarones y una cerveza o una coca cola, una barbacoa de grasientos chorizos, un partido de fútbol, o la cola del paro, que esa también está bien (bien jodida), entre otros lugares. Eso sí evitando en los ciertos paseos o calles, porque una vez que la red social se vacía, éstos buscan la presa por donde puedan encontrarla, y antes había aceras, pero con la maldita moda de peatonalizar todos los centros de las ciudades, ya no es posible cruzar la calle y no hay manera de escaquearse de los pesados. Porca miseria.












2 comentarios:

  1. Magnifica disertación sobre las “redes sociales”
    Un saludo.

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