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sábado, 26 de abril de 2014

La mina de carbón

 Sinceramente no tenía tema para esta semana, pero la presidenta del Círculo de Empresarios, Mónica Oriol, lo ha puesto a huevo. Las declaraciones suyas, neoliberales en extremo, han desatado la polémica y me han ayudado a tener una idea para esta entrada. Como siempre en nuestra nación, se ha recurrido a la comparación con Europa para perjudicar al trabajador, pero nunca para beneficiarlo. ¿Por qué si las condiciones han de ser las mismas, los sueldos no?. Voy a razonar, sencillamente, porque en España hay una plaga de Ninis, y porque la productividad es la más baja de Europa a pesar de trabajar más horas. Las razones la expongo una a una, y no va a ser la primera vez que lo explique:

  •  Las empresas españolas solo usan los beneficios para los bolsillos propios en vez de invertir en mejoras de la propia empresa, como pudiera ser investigación y desarrollo. He visto con mis ojos, como dinero de cierta empresa se utilizaba para pagar multas de los hijos del dueño. Contratados para no hacer nada, y malcriados al extremo. Así no se levanta un país.
  • Las empresas españolas tienen un carácter familiar, paternalista y dado  al enchufismo. Las posibilidades de contratar a la persona más capaz es del todo nula debido a la cantidad constante de compromisos familiares y amistosos. 
  • Las posibilidad de ascender es casi nula en el entramado empresarial español, ya que la mayoría son PYMES familiares que cierran todas las puertas de ascenso a los trabajadores que no pertenezcan al clan familiar. 
  • Pocas empresas españolas (si excluimos a Mercadona) aplican la política de que el trabajador contento acude a su puesto con más ganas, y por tanto, está más motivado para levantar la empresa. Cada vez hay más vueltas de tuercas, y más tiranía laboral.
  • Los horarios son malos, desproporcionados, y los sueldos escasos. Las horas están mal pagadas, y en la mayoría de los casos, incluso son tardíos los salarios a la hora de cobrarlos; en cierta ocasión tardé un mes en cobrar mi sueldo. Las horas extras, por supuesto, son en muchos casos obligatorias, y sin cobrar. 
  • Toda empresa, al ser en su mayoría familiar, deja los peores trabajos, y más rutinarios, a los empleados foráneos. 
  • Las vacaciones, muchas veces son escasas, y se le deben al trabajador, durante muchos años, sin llegar a cumplirse la ley nunca. De los días de asuntos propios, mejor ni hablamos. Y directamente, no hay derecho a ponerse enfermo.
  • El dinero de la empresa, muchas veces se gasta en banalidades, se busca el beneficio rápido y el pelotazo de turno. Eso causa escasez de originalidad y de diversidad en el tejido empresarial, cuyo gremio de empresas peloteras del momento, crecerán como hongos hasta que estalle la burbuja de turno. 
  • Por ello, nunca nadie se ha preocupado en la formación de los trabajadores, sólo se bastan con una cantidad, bastante abultada, de trabajadores sin titulación ni formación, currantes a los que se les paga tres pesetas a cambio de trabajar temporalmente.
  • Si no, en los buenos empleos, se ha de exigir edades muy juveniles, y amplia experiencia, imposibles de cumplir, cuando no se quiere contratar a nadie. Se saca el anuncio, se cumple la ley, y ya se contrata a quien se apetece. 
  • Todos los sindicatos son amarillos y defienden a su partido o empresa, en lugar de al trabajador. Los liberados sindicales que debieran acudir, al menos, tres días a la semana a su puesto de trabajo (viene escrito por ley), no aparecen en la vida por la empresa, importándoles un higo la salud laboral.
  • La Oficina de Empleo no sirve, absolutamente, de nada. Sin un apoyo estatal, el desempleado se ve sólo en la búsqueda de trabajo, sin ninguna ayuda oficial a la hora de moverse por un mundo tan farragoso.
  • La plaga de contratos temporales es extremadamente alta. La brecha que esta señora pretende acortar con los indefinidos es, por supuesto, a la baja, y no a la alta, como debiera ser. Y el trabajador aspira a mejorar, nunca a empeorar, créame.
  • La dedicación obsesiva al sector servicios nos ha buscado la ruina. Porque, sencillamente, no producimos nada.
  • La escasez de contratos indefinidos, y los sueldos escasos, propician la dificultad  en el consumo por parte de los ciudadanos, que siempre tienen que apretarse el cinturón. Y por supuesto, dificulta el acceso a los préstamos para meterse en objetivos mayores, como la compra de un coche o un piso. Con ello, se hunden más empresas, y hay más trabajadores en el paro. Así de fácil.
  Estos, entre otros varios asuntos que no se me vienen ahora a la cabeza, han creado una cantidad informe de trabajadores escasamente motivados, que ven un futuro sin mayores posibilidades, un presente monótono, aburrido y escasamente motivante, tras haber tenido un pasado brillantísimo en unos estudios en los que les prometieron el oro y el moro.  Ahora, dígale usted al Nini, que deje de vivir del cuento, y que trabaje por trescientos euros, y jornadas de seis o siete horas. No me invento nada, eso lo he vivido yo. Y luego quieren que trabajemos con ganas...Tal vez cabría decirle a la señora, que esto no es una mina de carbón del Gales del XIX, puede que de aquella se pudiera aplicar la pena del látigo, pero ahora, créame, está muy mal visto.