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viernes, 16 de junio de 2017

El misterio de la foto.

 Llevo ya un tiempo, escaneando todas las fotos que tenía en papel, es decir, las de carrete de toda la vida, por aquello de tenerlas en varios formatos y sitios por si se echan a perder con el tiempo. Y la, verdad, me alegro bastante, pues hay muchas en las que el inexorable paso de los años ya empiezan a notáresele. Las hay de todos los gustos: de carnet típicas en las que algún sujeto que otro sale con cara de pipiolo, las típicas familiares de buenos recuerdos en los que siempre está aquella persona o mascota que hoy en día no se encuentra entre nosotros, o aquellas entre amigos, de una noche de juerga, o antes de un partido de fútbol. Sobre estas últimas ha habido evoluciones, cambios a peor, y no me refiero al que está más calvo o más gordo, que eso es ya evidente, sino en los posado, ya que antes todo el mundo salía en las imágenes con el brazo sobre el hombro del colega, y todos sonriendo, salvo el sieso del grupo, todo lo más algún gracioso le ponía los cuernos con la mano al de al lado. Hoy no, actualmente la gente, ya sean pibitos de instituto o sesentones con más arrugas que la camisa de un borracho, salen con unas caras y unas poses de lo más variado: a lo modelo, con los dedos con el símbolo de la victoria, morritos como si fuera a besar, pose a lo escritor intelectual, con cara de sorprendido/a, guiñando un ojo, enseñando la pierna como si fuera un jamón de Navidul, etc. Algo que si ya empezó a darse por el 2.008, con la llegada de las antiguamente llamadas autofotos, actualmente selfies, se ha incrementado a pasos agigantados, dando ya por hecho, de que esta sociedad está enferma de ego, complejos escondidos y sandez supina.

  Pero no es de la estupidez de la sociedad de la imagen de la que vengo a hablar hoy. Sino de aquellas misteriosas fotos en las que hay alguien con quien uno no contaba, esa digna de llevar a Cuarto Milenio, para que Iker Jiménez y Carmen Porter las analicen si lo que hay es un fantasma vengativo que busca chupar cámara en la foto típica de colegas en plan juerga a la americana. Y no, no suele ser un espíritu, ni nada sobrenatural (aunque eso se puede discutir), es alguien de carne y hueso, normalmente un trozo de carne con ojos. Pero claro, aunque actualmente tengamos doscientos millones de fotos digitales, en aquellas anteriores al 2.004, es decir, las de carrete, uno ya no tiene tanta memoria para saber quien cojo(lago)nes sale en todas las fotos que os hicisteis en aquella noche de juerga. Así que por lo general, uno acude a preguntar a todos los que estaban presentes en aquellas, si logra encontrarlos después de tantos años. Casi ninguno sabe quien narices es, hasta que da con alguien que sí:
  •  Sí, hombre...es el primo de Madrid del Juan Pedro, que vino ese verano.
  • Aaaah, ¿Y quien es Juan Pedro?
  • El borrachín del bar. Por cierto...¿y que hace el primo en todas las fotos?
  • Pues no sé, y no sé tampoco porque no sale el Juan Pedro.
  • Porque estaba durmiendo la mona en el sofá del bar...
  • Todo explicado, ahora que alguien me aclare quien es el Juan Pedro de las narices.
  • Sí, es el calvo que sale en estas otras fotos.
  • No, ese no, ese es el sieso del dueño del bar, que nos echo aquella noche que no paraba de llover.
  • Aaaah, entonces, es el de los pelos rizados de al lado.
  • Pues ese será.
  • ¿Y por qué sale el primo en todas las fotos?

  ¿Por qué?, ¿por qué?, ¿por qué?, que diría Mourinho. No se sabe, y probablemente, nos vayamos a la tumba sin saberlo. Pero no todo queda en aquellas noches de juerga, en los partidos de fútbol siempre sale en la foto ese otro primo de Barcelona del Jonathan que vino a jugar aquel día y que aunque era más malo que Danilo, le pasábamos siempre la pelota por aquello de la cortesía. Otros casos son las bodas o las comuniones, ¿quien no ha visto fotos en las que uno posa sonriente y con toda confianza con otro que no sabe de quien narices se trata?. Una vez más, trabajo de investigación, si la cosa se pone cruda llamamos a Jordi Évole, pero creo, que incluso a él, el trabajo le viene grande. Al final te lo aclara quien sea, normalmente tu mujer, que se acuerda de todo el mundo, y te comenta que ese era el primo segundo del marido de la prima tercera de tu madre, aquel que te vio una vez de pequeño cuando fuiste a verlo, porque andabais de paso por Badajoz. Y en el caso de tu propia boda, la cosa es peor, con el paso del tiempo, uno ve las fotos, y vuelve la pregunta: ¿y quien cara(de)ajo es éste que sale con todas las confianzas conmigo?. Pues una vez más, tu mujer te lo aclara, era el novio de tu prima Paca, que cortó con ella meses después. Pues ya había podido haberlo hecho antes, y nos hubiéramos ahorrado un cubierto. Y es que el mundo, señores, está lleno de gorrones, chupacámaras y jetas dispuesto a robarte los langostinos mientras suena la marcha nupcial y los novios entran con toda pomposidad. En nosotros está el detectarlos, para evitar quebraderos posteriores de cabeza, pero está jodido, porque son lobos solitarios, y están preparados para actuar cuando la situación lo requiera. Porca miseria.

Pd: Las situaciones son reales, los nombres de los alcohólicos y los gorrones no, así que si se siente identificado, es porque ajos comes. Ningún borracho ha resultado herido en la realización del artículo.

Noche mítica, y era para un ratito...





martes, 6 de junio de 2017

Muerte de éxito.

  Mi generación, la que nació entre los años 1.980 y 1.990, se puede considerar afortunada en esto de las tecnologías, todo hay que decirlo, nos han dado coba en lo laboral, pero con los nuevos artilugios hemos tenido suerte, pues somos lo suficientemente jóvenes para entenderlos, y tenemos ya, la necesaria experiencia para saber el proceso por el que pasan todos los nuevos inventos. Hemos ido evolucionando y viendo como se rebobinaba una cinta de cassette con un bolígrafo, llevar un Walkman que uno se colgaba en el cinturón terminando, por ello, con dolores lumbares; hemos programado vídeos VHS, grabando todas las finales del Falla en cintas de cuatro horas (que siempre se acababan cuando el Jurado iba a decir las agrupaciones ganadoras); de niños, al habernos criado disfrutando de la tele con el Equipo A- los de hoy, lo hacen viendo la financiación en B-  y McGyver, hemos jugado con los Walkie Talkies que no conectaban como el otro niño cruzara una esquina o cambiara de cuarto, y hablando de ladrillos, todos recordamos a aquellos móviles Motorolas que los varones, al carecer de bolsos nos hemos metido en los bolsillos de los vaqueros en los que el bulto en zona tan estratégica y de noche en una discoteca, podía sonar sospechoso... Ya no hay ni tocadiscos, ni radiocassettes, ni compact disc, ni vídeos, ni dvd, ya están en peligro de extinción los mp3 o reproductores de música o las cámaras de fotos que no sean reflex (y hay quien me asegura que también), los sms, y si me apuran, hasta los ordenadores de mesa. Los nuevos móviles, más un coñazo que un invento, han acaparado todo, la fotografía, la música, los vídeos, las películas, Internet...y hasta sirven para hablar por teléfono.



  Pero sí algo ha destacado a los nuevos teléfonos son por el uso de las redes sociales, habiendo todo una variedad para cada gusto y edades: Whatsapp, Line, Facebook, Google +, Twitter, Instagram o Snapchat entre otros. Sin embargo, voy a dar una información para los muchos novatos y gente joven que se adentra por la red: no son los primeros. Antes hubo otra forma de sociabilizarse, y no, no me refiero a los bares; al comienzo de la generalización de Internet por España (en otros lados ya nos llevaban años de adelanto) había una cosa que se llamaba Chat, en el que uno entraba en conversación general o bien, a hablar en un privado si entre la lista había uno/ apodado/a rubiakadiz o guapitoJerele para conocer y conversar con la persona en cuestión. Había como es evidente, mucha gente que usaba el chat para ligar, o creer que habían ligado, porque también había mucho sieso que lo usaba para dar coba. Famoso en aquellos tiempos posteriores al 2.000 era el chat de Terra, que en paz descanse. Porque además tenía la cosa de que te podía conectar por provincias. Sin embargo, una vez más, y hay que reconocerle el mérito al tío, a Guillermito Puerta, más conocido por el nombre de Bill Gate, supo visionar una vez más, y antes que nadie, un chat para gente de confianza, en el que tú agregaras a quien era tu amigo y te caía bien. Pero eso era al principio, como pasa hoy día con el Facebook, ya la cosa se te ha ido de madre, y ya no sabías quien cojones era Juan Pedro Periquín, ya que lo agregaste una vez porque hicisteis unas risas en alguna asignatura minoritaria de tu carrera allá por el siglo V antes de Jordi Hurtado. También se encontraban aquellos amigos o amistades que uno agregaba por compromiso a sabiendas de que era un coñazo de tío. Como pasa hoy en día. Y entonces, ya la cosa se te había ido de madre, lo que empezó estando de lujo, con tus mejores amigos, acabó por ser una tortura psicológica de chat, y de correos digitales, con 950 mails atrasados sin abrir, con un porcentaje de un 85% de chorradas, un 14% de publicidad, y un restante con algo serio, dando como margen de error el 1%, es decir, el "algo serio". Los chats del Messenger, que así se llamaba el invento se convirtieron en algo parecido a la Calle Real de San Fernando, la Sierpes de Sevilla, Larios de Málaga, Concepción de Huelva, Larga de Jerez o la Ancha de Cádiz, en las que había una legión de gente aburrida esperando a pillar a algún pobre incauto desprevenido para darle un rato de auténtico coñazo. Se daban cuenta porque el inventito te avisaba quien se había conectado por una ventanilla en el margen inferior derecha, y un clín, que sonaba en tu ordenador, y por unos iconos con forma de muñequitos que te chivaban el estado de la pobre víctima: disponible, no disponible, desconectado, estudiando (jejejeje...). Así pues, muchos aprendimos a descargar algunos cracks piratas para que invirtiera la gracia, y pusiera no disponible cuando se conectara. Y por ello, a la larga, Messenger, dio la opción de poner el no disponible aunque estuvieras conectado y hablaras así con quien tú quisieras. Como dijo una chavala que conocí, y que sabía del tema, fue su acta de defunción. Todo el mundo a sabiendas de los coñazos de turno, optaron por "no conectarse", aunque eso no pudo evitar el desuso.

 Así que con la experiencia que el flojeo estudiantil me dio, me veo más que capacitado y autorizado, para explicar todos los procesos evolutivos de las llamadas redes sociales:

  1. Empiezan a nacer con un nuevo brío, y aunque tú no sabes que narices son, todos los enteradillos que te rodean ya tienen una cuenta en la nueva red social, y te miran como a un Cromañón por no tener una. 
  2. Te creas una cuenta, o bien por decisión propia, o porque te han dado mucho la vara para ello. Y te das cuenta de que está de lujo y empiezas a disfrutarla. Se tira unos años con la mejor gente posible, y echando muchas risas.
  3. Empiezan las cadenas, las firmas de las causas varias, el pásalo, la plantita de Brasil con las arañas peludas, las inservibles -como consejo- frases de Paulo Coelho con la foto de Lincoln al lado, el niño indefenso al que vas a ayudar y resulta que es un albanokosovar que te roba el riñón y te despiertas en una bañera, la de los LatinKings en un coche con las luces apagadas, el tenemos que llegar a las mil firmas para salvar el idioma castúo de las montañas del sur de Porriño...
  4. Empiezas a agregar y a creer que todo el mundo es tu amigo, y al final te encuentras con una lista que parece la de un colegio de China. 
  5. Empiezan a descubrir la red social los jubilados de la tercera edad, que comienzan con ciertas reticencias, pero que terminan por dar un porculo del c...ya que entonces empieza a bombardear la red de chistes que vistes hace años, cadenas que ya ni tú mismo te crees, fotos, y un larguísimo etcétera con el que terminan de aburrir a la gente joven, y a gran parte de la mediana edad. 
  6. Se termina el proceso con la politización de la red social, llegan los partidos políticos, equipos de fútbol, agrupaciones ecologistas, rocieras, cofrades, asociaciones antitaurinas, las taurinas, los curas, los comunistas...y toda la madre que los parió. Si del buen rollo inicial todavía quedaba un ligero resquicio, ahora es como las discotecas de la provincia de Cádiz, que empiezan llena de pijos, y con los años se llenan de drogas, peleas y muchos canis. Empiezan a generalizarse las broncas, insultos, faltas de respeto, debates estériles, lapidamientos y autos de fe en masa... Por este mismo proceso están ahora WhatsApp, Facebook y Twitter, si bien la primera se libra por la mensajería gratis, las dos últimas seguirán vivas mientras no aparezca otra cosa mejor y más novedosa, entonces podemos ir preparando los ataúdes de pino.
  7. La gente normal, que antes entraba a echar un rato agradable, cierran la cuenta o la siguen manteniendo abandonada a su suerte, y manda a paseo a todos los porculeros. La red social entonces, acaba como el recinto de la Expo 92 de Sevilla, abandonado, y con las hierbas creciendo entre los adoquines. 
 Pero no se asusten, todo sigue adelante, y donde antes había una cosa crece la otra, y es que como decían en las clases de naturales: el agua busca su camino, y lo encuentra. Y las redes sociales también, ya saldrán otras nuevas, que estarán de lujo, hasta que las vuelvan a joder. Es el ciclo de la vida. Pero les voy a confesar una cosa, las mejores para mi gusto, son las de siempre: un bar con un cartucho de camarones y una cerveza o una coca cola, una barbacoa de grasientos chorizos, un partido de fútbol, o la cola del paro, que esa también está bien (bien jodida), entre otros lugares. Eso sí evitando en los ciertos paseos o calles, porque una vez que la red social se vacía, éstos buscan la presa por donde puedan encontrarla, y antes había aceras, pero con la maldita moda de peatonalizar todos los centros de las ciudades, ya no es posible cruzar la calle y no hay manera de escaquearse de los pesados. Porca miseria.