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sábado, 11 de agosto de 2012

Parque temático en casa

 En tiempos, como los actuales, en los que toda la música viene prefabricada, los políticos son cada vez más mediocres, en el cine todas las películas son parecidas o, por ejemplo, el arte es un concepto "abstracto", se echa de menos aquello que antes llamábamos imaginación. Sinceramente, no creo que sea casualidad, si existiera algún aparato para medir la creatividad, entonces, y estoy seguro de ello, tendríamos un resultado crítico en comparación a la de nuestros padres, en sus tiempos. Hoy día, todo lo que tenga que ver con la agudeza está en peligro de extinción, y puede deberse a varios factores, que van desde el uso excesivo del televisor o los videojuegos a las, cada vez, más penosas leyes educativas, que se dedican a crear un mundo perfectamente uniforme, sin elementos que sobresalgan por su valía, pero que en cambio, apuestan por etiquetar a los alumnos para el resto de su vida. Como por ejemplo ocurre con los PCPI, cursos para aquellos que no han llegado a terminar la enseñanza obligatoria, cuyos alumnos están señalados para el fracaso durante el resto de sus vidas. 

 Sin embargo, no he venido para opinar de leyes educativas españolas, con las cuales, sinceramente, no sabría por donde empezar, porque es como una patera agujereada, cada vez se hunde más. Pienso, que la falta de ingenio en éste mundo se debe a los hogares actuales, y a la forma de educar a sus hijos. Partiendo de la base de que todo el mundo hemos jugado con nuestros sobrinos, nietos o hijos; he de decir que hoy día los niños no saben jugar sin sus mayores. Y es que voy a ser sincero, me jode el crío que está todo el día dando por saco al adulto de turno, porque sencillamente, es incapaz de jugar sólo. Es una cosa que cada vez observo más. Cuando precisamente, yo recuerdo, en mi infancia, que mis primos y yo, cerrábamos la puerta de la habitación, o nos íbamos a la calle, para que ningún adulto nos vigilara. Hoy es al revés, todos los adultos del entorno tienen que andar haciendo el carajote para que el niño de turno no se aburra, y asimismo, los adultos no dejan en paz al niño cuando éste está jugando sólo. Lo llaman, y lo invitan a jugar constantemente, y cuando el adulto no tiene ganas de juerga, pero el niño sí, entonces es que el crío es un coñazo, no un malcriado. Hay que hacer de la casa un parque temático infantil. Ésto lo llevo viendo desde hace tiempo en muchas de las familias de amigos que conozco. Y creánme, sin que tenga una experiencia notable con los niños, sí he aprendido a decirles a éstos adultos que, por favor,  dejen en paz a la criatura cuando está a su bola, que no es un juguete para cuando estamos aburridos. Si hay algo que caracterizó mi infancia fue la presencia de numerosos primos, por ambos lados de la familia, y con varios estratos de edades, siendo yo, de los más pequeños. Recuerdo, como si fuera ayer,  aquella lapidaria frase que algunas de mis tías, o mi madre, nos decían a los más enanos cuando dábamos la brasa: Dejad a los mayores tranquilos, los niños con los niños, y los mayores con los mayores. Y así tiene que ser, con más razón que un santo.  Ésto valía también, entre primos de distintas edades. Aún me acuerdo, de cuando tenía alguna cena o comida en casa de algún amigo de mis padres, y éstos no tenían niños. Entonces, me llevaba uno o dos juguetes, o algún libro (cuando era más mayor) y con eso me apañaba todo el tiempo, sin aburrirme. Hoy sería impensable, todos estarían haciendo el cenutrio para que el crío no se sintiera sólo. 

 Ésto que parece baladí, es algo a tener muy en cuenta en la educación de unos hijos. Porque con tanta dependencia del adulto, hoy día, los críos no saben hacer la "o" con un canuto. Es algo que observan distintos profesores de secundaria, los cuales viven de cerca en las excursiones, como sus alumnos son incapaces de separarse de ellos en una ciudad ajena, ¡con 16 años!. Cuando en mi clase de EGB, recuerdo que nos dejaron sólos en Toledo o Segovia, en la excursión de octavo, con 13 años. Cierto es, que alguno se perdió, pero todos aprendimos a movernos, por primera vez, por un sitio extraño, y a buscarte la vida. Pues a partir de entonces, todo sería así. Con las circunstancias actuales los niños carecen de imaginación, que es sustituída por la del adulto. Pierden asimismo, libertad, curiosidad, y la posibilidad de experimentar con cualquier cosa que se vayan encontrando. A ninguno (según por edades) les vendría mal que les picara alguna avispa, caerse de una bici, o perderse, durante un rato, en alguna calle. De la experiencia se aprende. Así, es como uno asimila a no contradecir a los adultos, y a resolver problemas que te pueden ser útiles el día de mañana. Quien a aprendía a imaginar, aprendía a solucionar. Eso es todo...amigos.
 

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A todo crío le vendría bien un ratillo de intimidad, y un sitio donde refugiarse.




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