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miércoles, 4 de octubre de 2017

Quien a guillotina mata a guillotina muere.

 No sé, sinceramente, porque la asignatura de Historia es de las más "hueso" junto con las matemáticas o la lengua; tal vez sea porque la forma tradicional de enseñanza se ha basado en aprenderse de corrido, y como un papagayo, la lista de los reyes Godos o de los emperadores romanos, así como su vida y obra. Y eso es un tostón, incluso para los que amamos tan bella disciplina. Además de aburrido, simplifica en exceso y reduce al máximo la realidad de los tiempos que se estudien en el momento, ya que la Historia como materia es simplemente la historia de la vida, y como todo en ella, sucede por algo, no porque sí. Ya no voy a entrar en si los vencedores son los que hacen prevalecer su versión o si hay que mirar más fuentes, que por supuesto, es lo más lógico si uno quiere enterarse de algo, y darse cuenta que detrás de los personajes históricos (y quienes escribían) no hay un papel, sino personas, como lo somos cualquiera de nosotros, y que tenían sus preocupaciones, motivaciones, tendencias políticas o manías, como nos pasa a todos. Porque al fin y al cabo hay una realidad en todo esto: que los personajes del presente, los seres anteriores, y los que pasarán, son víctimas o beneficiarios de su tiempo, y no serían como son, sino fuera por sus experiencias personales.

 Ahora bien, explicado todo esto, hay que decir, aunque sea un tópico, que la historia se repite en muchas ocasiones, y que a día de hoy, es difícil no hablar de lo que está sucediendo en Cataluña. Algo de lo prefiero abstenerme de opinar, ya que no soy el más cualificado para ello. Y no me voy a remitir al típico ejemplo de lo sucedido durante la II República y de como resolvió el "asunto catalán". Tampoco voy a hablar de si Rusia tal o cual, pues para mí, la injerencia extranjera puede estar, pero no nos vayamos a engañar, esto es mérito exclusivo de todos los políticos españoles, catalanes o no, que se han pasado la vida buscando problemas externos o internos donde no los había, por causa de su incapacidad para solventar los auténticos obstáculos usuales de los ciudadanos, es decir, llegar a fin de mes, tener tiempo libre y disfrutarlo, tener un coche, una casa, irse de vacaciones los puentes o en verano, disfrutar de las Navidades, del fútbol, o del tute en el bar, poder darle unos estudios decentes a sus hijos, y que encontrasen un trabajo digno, entre las reales inquietudes de cualquier paisano de los pueblos o ciudades que conformamos nuestra nación. Y lo que es peor, no han sido útiles prácticamente ninguno, pues todos autonómicos, nacionales o locales, e incluso europeos, sólo han sido capaces de hacernos desviar la mirada de la auténtica realidad, que es lo cotidiano de nuestras vidas, de nuestros seres queridos, y de nuestras preocupaciones. Una vez más, los distintos "idearios" han buscado el enemigo fuera en lugar de agarrar al toro por los cuernos: los de izquierda recordando una y otra vez a un Franco que tiene que esta ya, como la pata de perico, de frío, en lugar de luchar por su verdadera esencia, que es la de la lucha por los trabajadores, de la que nos hemos quedado huérfanos. La derecha, echando la culpa a los mercados y a la competencia global para esconder que sólo son capaces de crear economías burbujeras del ladrillazo, y que con hoteles y bares se arregla todo. Por lo menos hasta septiembre. En las comunidades autónomas, ayuntamientos, diputaciones provinciales, cabildos insulares, satrapías locales o reinos de taifas, la cosa es todavía peor, porque indistintamente del color político, han echado las bostas de vaca hacia el vecino: Cataluña o el País Vasco hacia el resto de España, Andalucía y Extremadura hacia Cataluña, los canarios contra los peninsulares, los de Málaga y Cádiz contra los de Sevilla, los de Jerez contra todos, los de Vigo contra los de Coruña, los de Algeciras y Cartagena que se quieren independizar, igual que los de Andalucía oriental, los de la Macarena contra los de Triana, ricos contra pobres, empresarios contra trabajadores, y los mangantes de lápices del Ikea contra los que tangan en el ultramarino de la esquina de toda la vida. 

 La historia se repite una vez más, no en España, en el mundo, pasó con Julio César, con Robespierre, con Mussolini, con Gadafi, o con Trosky, todos ellos, y muchos más, cayeron en creer que alentando a las masas lograrían sus objetivos, y unos lo consiguieron, pero la mayoría, acabaron linchados o asesinados por la espalda, de manos de aquellos hombres y mujeres que un día consideró de su confianza. Hoy día no tiene porque ser literal, puede ser una muerte política, pero que más tarde o temprano, se dará, de eso no hay duda. Todos los políticos españoles han jugado con fuego, y espero, que no nos quememos todos, porque les voy a ser claro, espero que catalanes y resto de españoles, tengamos una vida en paz, y en condiciones, no sé si es mucho pedir, pero por como pinta el panorama, mejor voy preparando la carta al rey Baltasar, que es el único que nos hace caso a todos.


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