Translate

sábado, 19 de octubre de 2013

Cuestión de horas.

  Hace ya unas semanas, salió en la radio (por cuestión de trabajo me pasó las horas escuchándola) esa típica asociación tocapelotas que se dedica a decir lo mal que lo hacemos todo, y que pasos hemos de seguir en la correcta dirección. Existen asociaciones como la de exfumadores talibanes, los más papistas que el Papa, los de la memoria histérica y los repúblicanos superbuenos megaguays, los de los católicos por la recuperación de la gloria nacional... He de decir, que hay otras que te piden que guarde las tapas de yogurt, otra los tapones de las botellas, y otra las latillas de los refrescos; para la silla de ruedas de fulanito o la operación de menganito. Total que mi cocina parece un punto limpio. Lleno de bolsas de uno y otro tipo.

 Pero de la que yo les hablo, es una que pide que nos adaptemos al huso horario que nos correspondería por situación geográfica. Con la península atravesada de norte a sur (o al revés), por el meridiano de Greenwich. El caso es que deberíamos tener la misma hora que Canarias, Portugal o Gran Bretaña; pero por eso de que Franco era más amigo de Hitler que de Chamberlain o Churchill, se optó por el huso de la zona centroeuropea. Por lo cual, para ir de Ayamonte hasta Vilareal, hay que cambiar el minutero. Mientras que para ir a Varsovia, no hace falta. Hasta ahí, hay que decir que el razonamiento es correcto, pero he de aclarar, que vivir con una hora más o una hora menos, me importa un pepino. De los de Almería, y sin E- Coli alemán. Si llevamos años así, para que vamos a cambiar. 

  Luego, cuando te proponen el cambio, y te dan los oportunos razonamientos, es cuando la tesis del cambio horario empieza a desvariar. Se alega desde dicha asociación que: los canales tv tienen que cambiar el horario fuerte de éxitos, y de programación pesada. Hasta ahí de acuerdo. Pero ya empezamos a querer cambiar el mundo. ¿Y quien coño les manda meterse en las camas ajenas?. Luego empiezan a mezclar churras con merinas: que si la siesta española, que sino acostamos tarde, que si es que las costumbres gastronómicas españolas son malas porque las comidas pesadas son al mediodía (las buenas son las inglesas...no te jode. Será porque comen de maravilla), y que si los horarios de las empresas son malísimos y que trabajamos muchas horas para no producir mucho. Sin pararse a pensar que si tenemos esa cantidad de horas laborables, lo será porque la mayoría de los empresarios españoles son unos negreros que nos dan de alta tres horas y nos meten a trabajar doce, y ni concilicación de vida laboral con la personal, ni cambios horarios ni leches. Que lo que hay son muchos cabrones. Podremos vivir con los horarios y costumbres ingleses, pero los vicios y defectos seguirán siendo españoles. Es lo que tiene vivir en un sitio en el que a las tres de la tarde se puede estar a treinta grados. En el punto más al sur de Inglaterra, Southampton, no hace calor ni con estufa, así que no me comparen con ellos, ni me obliguen a vivir como ellos. Cuando son ellos los que aspiran a vivir aquí. No, nosotros allí.



No hay comentarios:

Publicar un comentario