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sábado, 15 de febrero de 2014

Desde mi despacho

 Soy un buen aficionado a la radio, y esta semana, precisamente, escuchaba ayer, en un programa matinal lo que comentaba un enterado de estos que ahora llaman "personal trainer", "headhunter", o "jandemore"; el caso es que el muchacho en cuestión tenía la labor de exponer lo que debían hacer aquellas personas que no se encontraban motivadas con su trabajo, o que sencillamente, no eran lo suficientemente valoradas por sus superiores. Sobre lo segundo, podría abstenerme, pero no, lo que dijo es lo mismo que dice cualquier carajote que siempre dice aquello de "¿estás a gusto contigo mismo, no?, pues eso te vale.". El comentaba que es uno el que tiene que valorarse a sí mismo, y le tiene que dar igual los demás. Dos cojones, del tamaño del Minotauro de Jerez. Y digo yo, al lumbreras éste, ¿de que narices vive un trabajador, sino es con su estima?. No por nada, no es por cuestión de ego, ni de ser el centro del mundo, ni nada así. Es que sino es valorado, sencillamente, va a la puta calle. Esa es la realidad del negrero mercado laboral español. Pero como el puto Headhunter vive del cuento, y de decir cosas bonitas, y por supuesto, no ha cogido una espiocha ni de juguete en carnavales. Y ahora viene a decirnos que si estamos contento con nuestro trabajo, lo que diga mi jefe me tiene que dar igual. Y le pagarán morteradas por decir esas tonterías.

 La otra afirmación era todavía más pésima, aunque uno crea que peor no se puede quedar, si de meter la gamba se trata. La siguiente afirmación: "Si uno no se encuentra a gusto en ningún trabajo, es que es culpa suya. No de los empleos, porque si uno considera que el trabajo es una cosa que uno tiene que hacer por narices, y no va con ganas, mal asunto." Lo dice, el que vive del cuento. El que trabaja dando consejos que no dejan de ser frases generales que no dicen nada, y que cualquiera de nosotros sabemos. El colega en cuestión, por lo que se ve, no se ha visto trabajando cobrando una miseria, y yendo cada vez a menos. Él no se ha pasado por la calle, a observar que desde hace años uno coge la mierda de trabajo que le toca, porque es lo que hay. Y sino, no hay maneras de ganarse la vida. Hace tiempo que cualquiera dejó a un lado lo que le gusta, para escoger lo que no me queda más remedio en lo que trabajar. Y digo yo: ¿a alguien le gusta limpiar los wc, barrer las calles, hacerle la pelota a un ricachón engreído de Marbella, o servir copas un sábado por la noche mientras los demás están de cachondeo?. ¿Verdad que no?. Ya se que alguien tiene que hacerlo, pero lo que no pidan es que le vea la belleza a la labor, porque no la tiene. Sencillamente. Otra cosa es que me comente que es ésto lo que hay, y que hay que joderse. Pero por favor, puto Headhunter, no me vendas una moto que no anda.

 Mi conclusión de todo ésto es la siguiente, es muy fácil opinar de todo desde un despacho. Y ese es el mal de este país. Todo se hace desde la teoría de unos cuantos intelectuales que leen a  Paulo Coelho. Y nunca se le pregunta al que sabe de la materia, y que brega todos los días con cualquier asunto laboral. Y así, nos va, en la educación, con inspectores y orientadores que no tienen ni puta idea de educar a nadie, con políticos que opinan que con 500 euros se vive de puta madre, con oficinas de empleo que no sirven de nada, con militares que siguen los mandatos de un político de una legislatura en vez de a un superior que lleva años de experiencia, con consejeros de sanidad que no pisan un hospital público...y así, nos va la Sanidad, la Educación, la Defensa, la Economía...Y luego, eso sí, en papeles, tenemos alumnos bilingües, la mejor sanidad pública para todos, unos militares superprofesionales, y un país donde todo el mundo es feliz de cojones. Pero lo cierto es, que todo queda en papeles, luego la incompentencia inunda el orbe, y aquí, como siempre, nadie tendrá la culpa, el político, orientador, o el cualquiera que viva perennemente en su despacho que será el que se lleve las medallas. Y cuando todo se haya caído como un castillo de naipes, ya se encontrará a un pringado, que de ellos, está el mundo lleno.

 

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