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martes, 18 de marzo de 2014

Peleas de bares

  Imaginense que está en un bar de barrio. Y que en la zona conviven dos matones: uno, al que no traga nadie, pero todos temen. Y otro, respetado, temido, y tenido como ejemplo de los demás (pero en el fondo, también odiado por su bienestar). Además, éste último tiene al típico hermano menor que siempre se está metiendo en líos, y que trata a los demás con la punta del pie a sabiendas de que su hermano mayor le va a sacar las castañas del fuego. Y que, para colmo de inri, se dedica a tontear con la novia del primer matón antes mencionado, cuando puede conformarse con ser un amante puntual, y que aquí nadie se entere. Pero no, seguirá intentando ligársela a costa de meter en líos al hermano mayor, y crear una bronca en el bar. Cuando el primer matón se entera, monta en cólera, y por supuesto, el hermano mayor del donjuan tendrá que lidiar en la situación, pues la novia prefiere al chico más joven. La cosa no tiene porque pasar a mayores que una pelea de bar, en la que hay muchos gritos y mucho de "eso no me lo dices en la calle", y ambos se separan por los demás (circunstancia esperada y deseada por los dos), y no pasa nada. Pero como se ha demostrado en la vida, de las situaciones más tontas se han armado los pitotes más gordos. El primer matón es Rusia, el segundo es EEUU, el hermano pequeño es la UE, y la novia, Ucrania.

  Putin es el mejor estratega contra el que te puedas enfrentar. Ha tejido la telaraña del modo en que uno pueda quedar atrapado sin salida alguna. Sabe lo que hace en cada paso dar. Ha logrado que tanto occidente (con Kosovo, ilegalmente separada, gracias a las grandes potencias económicas), como la propia Ucrania (golpe de estado), hayan caído en en sus propias contradicciones, y no puedan basarse en sus tradicionales argumentos legalistas, tan del agrado de nuestros países occidentales. No obstante, el primer ministro ruso, fue mandamás de la extinta KGB, y sabe tanto de estrategia, como de economía, sobre todo de aquella, que consiste en ahogar al adversario, de forma militar o pacífica. No tardaremos en ver, el invierno que viene, los efectos que la crisis dejará en Centroeuropa. Aunque he de decirlo, prefiero equivocarme. Sin embargo, el miedo de Putin, no es la confrontación europea, ni el hecho de tener a la OTAN en la puerta de su casa (algo humillante para Rusia), sino que la revolución de Ucrania pase a Rusia, pues desde su mandato, la esperanza de vida ha bajado en diez años, y la desigualdad se ha multiplicado exponencialmente. El país del este, se ha convertido en una especie de señorío feudal de los mafiosos y petrodólares que mantiene asfixiada a una población que esperaba algo más de la entrada del capitalismo.

  Ucrania es para Rusia, lo que Asturias para cualquier español, y Kosovo, para los serbios. Es algo más que una región, es el alma de su propio pueblo, que por estas cosas de los movimientos políticos del este europeo, reside el sentimentalismo en un país, y un pueblo que no le son propios. Para colmo de males, Crimea, siempre ha sido ruso, hasta que un ucraniano, llamado Nikita Kruchev se la regaló a Ucrania cuando gobernaba la URSS. La UE ha cometido el error de tirarle los tejos a Ucrania de forma que sea contra Rusia o contra mí. Esto no quiere decir que yo justifique al depuesto Yanukovich, que era como la mayoría de oligarcas del este, un sinvergüenza y un mafioso. Y que la revolución, probablemente tenga sus motivos. Pero sinceramente, se podían haber hecho las cosas mejor, sin sentimientos humillantes para unos ni para otros. Pero por desgracia, mucho me temo, no hay vuelta atrás. Como en las peleas de bares, todos intentarán salvar la cara, cediendo unos más que otros, para así poder decir por todo el barrio que han ganado la batalla. Y sino ocurre así, que Dios nos coja confesados.


2 comentarios:

  1. Putin... su nombre hace honor a lo que piensan los malpensados...

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  2. Jajajaja, decían cuando Yeltsin se fue, que se fue el borrachín y entró el Putín.

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