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martes, 27 de marzo de 2012

Feliz día de los tontos

 Cuando en muchos programas de radio, de los que escucho, hablan del proyecto SETI de la NASA, que es un plan para buscar vida inteligente fuera de nuestro planeta, siempre digo aquello de...en algún lado tiene que haber, porque en la tierra es dificil encontrarla. Cada día me reafirmo más, sobre todo, cuando de EEUU importamos lo peor que tienen, es decir, las pamplinas chabacanas de turno. No traemos de allá nada que nos beneficie, ni el amor por nuestra patria, ni la habilidad empresarial, ni el gasto en investigación (el rollo del I+D+I no se lo tragan ni los niños de cuatro años)...nada de eso. A cambio importamos estupideces del tipo Halloween, que allí tiene su sentido, pero aquí no; los pubs irlandeses regentados por gente de Cuenca, y sobre todo la tontería más grande existente en éste planeta: las despedidas de solteros. Ya aprovecho para afirmar desde aquí que no me vais a ver celebrar ninguna. Por si no queda claro.

  He de decir que las bodas ajenas, aquellas a las que tienes que ir por compromiso, son un pestiñazo tremendo; pero el problema ahora, es que encima, si te invitan a una, tienes treinta días de celebración por delante. O sea, todo un mes en el que tienes todos los fines de semana comprometidos porque un amigo tuyo se casa. Y tiene huevos la cosa, pues por muy a gusto que esté con alguna gente, me gusta tener mis fines de semana de manera independiente, sin ningún plan preconcebido que ya me programe mis horarios de ocio. Para eso ya tengo el trabajo, y ese, lo tengo que hacer por narices, ya que hay que vivir de algo. Pero tener los ratos libres con horarios me toca bastante los badajos de mi campanario. Primero entraron las despedidas de soltero con las que ya me despacharé luego. Pero ahora, en tiempos posteriores se están colando otras joyas como la de preparar la habitación del nuevo matrimonio para su primera noche de bodas. Llenando la habitación de lencería erótica, pollitas de goma y demás porquerías, que encima cuestan un pastón. Total, ya tres fines de semana cogidos: uno para la despedida, otro para el dormitorio de los huevos, y el último para la boda. Y si eres de los de la cofradía del puño misericordioso, la cosa es peor: gasto para comprar adornitos para la habitación, luego presupuesto entre todos para comprarle al novio/a una tarta con forma obscena, y un montón de cañitas con formas de tetas, etc... y eso tirando a lo rasco, porque aquellos amigos esplédidos, todo le parece poco para su amistad del alma, y hay que apoquinar encima para una estriper asiliconada que le ponga el culo en la cara del novio, o un boy del que, sinceramente, prefiero no imaginarme nada. Pero independientemente del gasto, y los fines de semanas puteado, lo que más me jode en éste mundo es el humor de niño tonto que se ha venido gestando de unos años para acá. Lo que está de moda es hacer el gilipollas por la calle, y que todo el mundo se entere. Los casaderos, como no, llevan su banda típica para que todo quisqui sepan que se casan, las niñas van con pollas de goma en la cabeza, todos vestidos del mismo color, los tios en plan camionero jaleando a toda piba que pase; y para remate, con las nuevas tecnologías, sino es poco el candado que uno hace en la calle, te cuelgan en la red social de turno, las fotos de todas las tonterias que se ha hecho en tan esplendorosa noche. Así pues, se puede enterar tu jefe, tu padre, o tu hermano, que eres igual de cenutrio que un ñu en celo. Y es que a mí, que quieren que les diga, una imagen personal es importante, y hacértela más o menos a tu medida, puede durar toda una vida, mientras que se te puede ir por el desagüe en tan sólo un segundo.

 Es evidente, y no me asusto, de que todos vamos al baño, a todos nos gusta el sexo, y de que a fin de cuentas, tenemos lo mismo que cuando salimos de los árboles en la época en que Matuzalem era un chiquillo de teta. Pero por lo mismo que no cuelgo una foto mía en mi momento All Bran con mi periódico, un cigarro, y poniendo cara de foto tuenti, tampoco expongo una foto que me muestra como un mamut calenturiento. Y es que si los gilipollas volaran, no veríamos el sol.

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