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sábado, 31 de marzo de 2012

Apocalipsis 2.0

Ya estamos entrando en la primavera de 2.012, y quedan apenas unos nueve meses para el supuesto fin de los tiempos, y también, ha sido, por fin, el Bicentenario de las Cortes de Cádiz. Así que, como decía la chirigota, entre una cosa y la otra, éste año en La Tacita, lo jodido va a ser aparcar. Y aunque con el tema de los bicentenarios he sido novato, con lo de los distintos fines del mundo, no tanto. Tengo 31 años de edad, y he vivido ya de un orden de, al menos, diez apocalipsis distintos, a cada cual más disparatado. Pero que, curiosamente uno almacena en la memoria, como si de algo importante se tratara. El último del que guardo un buen recuerdo fue un verano del 99, y aunque le tengo manía a aquel año por lo feo del número, lo cierto es que uno siente hasta nostalgia de aquella calurosa tarde estival. Aquel día, según predicción del, hasta aquel momento, prestigioso modisto Paco Rabanne, quien aseguraba algo así, como que el satélite ruso MIR iba a caer en París; justo encima de la Torre Eiffel, que ya es tener puntería...con lo grande que es Francia. Sea como fuere la cosa, me tocó llevar aquel día a las cinco de la tarde a mi perro al veterinario. Así que si fuera verdad lo del fin del mundo, me tocaría pasar mis últimos momentos con mi perro, lo cual no está mal, y un veterinario que era más bizco que un cangrejo violinista. Recuerdo ahora, que todo ésto de la predicción venía a cuento por un eclipse de sol, que no vi, a causa de eso, de que estaba en la clínica para vacunar a mi mascota. Podía haber salido un momento a observarlo, pero me atraía más el aire acondicionado. 
  
  Otro fin del mundo que recuerdo fue aquel del año 2.000, no fue una predicción a la antigua usanza, éste fue más malaje que el anterior. Y de él no guardo buen recuerdo. Era el famoso año en que las computadoras iban a volverse locas, e íbamos a volver al año 1.900. Hay que joderse. Si de aquella lo único que había con maquinaria era un ordenador que sólo tenía espacio para el tetris, el Pcfutbol y algún juego de marcianitos. El resto de la casa, salvo el microondas, la tele y el frigorífico...poco más. Imaginénse si se hubieran vuelto locos los aparatos electrónicos hoy día: el mp3 pondría música de Bustamante, en vez de Coldplay; el ordenata publicaría todas tus fotos chorras del facebook por la web; y la televisión...seguiría igual que cuando teníamos dos canales, sin nada interesante que ver. Eso sí, me gustaría que volviera la peseta, era lo mejor de aquellos tiempos. Sin embargo, de aquella se pensaba, o al menos, dieron bombo con ello en las televisiones, que los ordenadores se indigestarían con el cambio de milenio. Por aquel entonces, como tenía 19 años, me encontraba, como no, en un cotillón, por aquellos tiempos a cierto amigo mío le daba por costumbre emborracharse a lo bruto, así pues, como era su tradición, todos los fines de años (carnavales, barbacoas, etc.) cogía una papalina del copón, y acababa perdiéndose entre la multitud de pibitos que había en el Castillito. Por ello, como los polvorones, aquella tradición de buscar a nuestro colega perdido entre la marabunta, se acabó convirtiendo en un elemento navideño más. Asimismo, fue costumbre la tradicional llamada de Año Nuevo de su madre a las nueve de la mañana a mi casa para saber donde se encontraba su hijo, algo a lo que respondía: pues vaya usted a saber... Al final me llevaba la bronca de ella, quien tenía un concepto mío, algo así, como de mala influencia. Sin embargo, como siempre le decía: el que bebe es su hijo, no yo. Algo que molestaba, incluso al perro que el año anterior disfrutó de un buen fin del mundo conmigo. Y ese año también lo hacía, bien calentito en sus mantas.

 Pero de todos los fines del mundo, el que más me jode del todo es éste del 2.012, porque yo de los mayas no tenía un mal concepto, pero es que los cabrones han dado en el clavo. Han cerrado Megaupload, también aquella tienda (por jubilación) en la que compraba discos en la edad del pavo, el futbolista Raúl está considerado como una vieja gloria, los niños ya me llaman de usted, de los 40 principales no conozco a nadie (no valen las que se enrollen con futbolistas), cuando escucho una tertulia económica por la radio, me entero de lo que dicen; al pobre Triqui, de Barrio Sésamo, le han dicho en EEUU que coma verduras en vez de galletas; y lo que es peor, ya no hay perro que llevar al veterinario. Pero creánme fines del mundo habrá muchos más, tantos, que cuando nos llegue el verdadero diremos: aaaro joé. Y al final, sin hacerle caso, la espicharemos diciendo que nadie había predicho ésto, ni los mayas, ni la abuela del Betis. Y es que como en aquel eclipse que ocultaba el astro rey, si los gilipollas volaran, no veríamos el sol.

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