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sábado, 19 de mayo de 2012

Los cenizos de Ángela

 Llevamos unos días en la Bolsa que más bien recuerda a una Semana de Pasión. Todo por el tema de Bankia, y sobre todo por culpa de uno de esos cenizos que pululan por el mundo impunemente: el señor Krugman. Del que aseguran que es premio Nóbel, al igual que Obama o Al Gore. Es éste un premio que, cosa curiosa, y poca gente saben, que estuvieron a punto de dárselo a Hitler, más concretamente el de la paz. Lo que manda narices. El tal Krugman de los huevos afirmaba en el Financial Times que tanto España, como Italia, sufrirían un "corralito" en Junio tras la salida de Grecia del Euro. Y es que de cenizos está el mundo lleno. Son aquellos ejemplares faunísticos que se dedican a gafar al resto, sobre todo, al que está ahogado en problemas. No entiendo mucho de economía, es una disciplina que puede llegar a ser bastante abstracta para los que no estamos versados en la materia. Los problemas macroeconómicos y los microeconómicos, se reducen, al fin y al cabo, a que hay que gastar mucho menos de lo que se gana, algo que los españoles (sobre todo políticos) no hemos aprendido mucho. Pero lo surrealista de la economía es que, tiene un concepto muy psicológico. Y si llega un gafe a fastidiar la fiesta, y decir cosas que no son, es mejor rezar lo que sepamos. Es evidente, que tras el irresponsable de Krugman, hay muchos intereses en fastidiar a España, sino no tiene explicación el asunto, porque para una vez que las cosas empiezan a hacerse como ellos dicen, ahora resulta que no es suficiente, y que nuestra nación correrá la misma suerte que una república bananera. Hay mucha culpa de la crisis a causa de los cenizos de turno, como éste señor que he nombrado antes, y otro, que es adalid de las predicciones apocalípticas: un tal Roubini. Cuya foto en las revistas demuestran que tiene cara de simpático. Y que su nombre parece el de un mago o ilusionista. Así pues, con ese rostro de estreñido, lo podemos llamar Joudini; no confundir con Houdini, éste es con jota, pues adivinan a quienes se dedica a joder...

 Pero no sólo la economía vive de los cenizos, hay muchos campos en la vida; y para cada vocación hay un trabajo esperando. Tenían un bajío enorme aquellos profetas que siempre decían que se iba a acabar el mundo...y al final no se acababa. Como Girolamo Savonarola, quien acabó bastante mal a causa de una rebelión de aquella Florencia renacentista a la que pretendió gobernar. También hay cenizos en el campo de la medicina, como esos que dicen que todo es malo: las lechugas, el aceite, el cerdo...Y es que para ellos, lo que es bueno, es precisamente, lo que no sabe a nada. También es malo aquello que es cómodo, como tumbarse en el sofá. Otros personajes de buen agrado son esos que dicen aquello de que el trabajo hace digno al hombre, pues mire usted, prefiero quedarme siendo un sinvergüenza. Y ésto son sólo unos ejemplos. En la vida de toda persona siempre hay un cenizo, un pishatriste que se dedica a aguar la fiesta a los demás. Una serie de personajes que te borran todo optimismo de la cara, y te recuerdan constantemente, que si algo tiene que salir mal, saldrá mal. Es ésta una ley de Murphy que se cumple a rajatabla. Pero es que lo que no ponen sobre la mesa son soluciones, sólo críticas. Y éstos son como los ángeles, están por todos lados: en el trabajo, en la pandilla de amigos, en el gimnasio...Y los hay de varios tipos, creánme, ahí pongo unos ejemplos:

  - Está el cenizo que siempre te coge por banda, para llorarte sus penas. Un personaje que sólo él, tiene todas las desgracias del mundo. Y son capaces de quejarse a un enfermo de cáncer porque tienen un resfriado.

  - Luego está el cenizo pasota. Ese que dice que para que vale la pena luchar por nada, si al final, los que triunfan son los de siempre. Y que mejor, dejarlo todo como está. Viva el optimismo.

  - El cenizo que más miedo da es el cenizo anecdótico. Ese al que cuando lo ves por la calle, te cruzas de acera, porque encima es, hasta pesado, y te tiene una hora parado en la esquina que más frío y viento hace de toda la ciudad. Es aquel, que te cuenta, cuando tu le dices lo que vas a hacer, aquello de: ¿pues sabes?, fulanito iba a hacer lo mismo que tú, y ahora está muy mal, porque resulta que...(encadenaciones de anécdotas que, al final, te llevan a pensar que a tí te va a ocurrir lo mismo).

  - Para mí, el peor de todos, es el cenizo chorrero. Ese que, encima, el muy desgraciado, tiene suerte para todo. Y triunfa a costa de hundirte la moral.

  - Uno que es digno de estudio es el cenizo metereológico. Ese que a todo lugar al que vaya, le llueve. Si está invitado a una boda, comunión o simplemente se va de vacaciones al Atacama, después de diez años de sequía, les digo, que cae el mayor chaparrón del siglo.

  - El más popular, es el cenizo agorero. Ese que ha existido a lo largo de todos los tiempos, anunciando calamidades, y a niveles más bajos, es el que te predice, que aquella cita o aquella amistad que tanta alegría te dan, van a acabar como el Rosario de la Aurora. Y si acierta, te dice aquello de: te lo advertí, pero no me hicistes caso...

  - Y por último de los que yo recuerde, está el que más toca las narices de todos: el cenizo Pepito Grillo. Ese que cuando demuestras tus buenos pasos, en el trabajo, en la vida...o incluso en una dieta de adegalzamiento. Te dicen aquello de: bueno, pero no tiene nada que ver, también tal personaje hizo ésto y no le salió bien...O aquello, de: pues macho, yo te veo más gordo.

 El mundo de los cenizos merece todo un estudio pormenorizado, para prevenirlos en caso de encontrarse con uno de ellos. Y es que son como las sanguijuelas, se pegan a tu espalda en el peor momento posible, y no hay manera de apartarlos sin que te hagas un poco de sangre en tu ego personal. Pero la peor de las circunstancias es encontrártelo en tu lugar de trabajo o estudio, porque tienes que convivir con ellos todos los días. Y al final, ellos acaban triunfando, y tu más escaldado que una monja en una ola de calor. Siempre tendrán, encima una buena opininón de todo el mundo, ya que para la mayoría de las personas, un pesimista es un optimista bien informado. Y tampoco es eso. Sin el optimismo no se llega a ningún lado. Si de los cenizos hubiera dependido nuestros avances, estábamos apañados. Sin aquellas personas que tuvieron confianza en su saber, no se habría llegado a la luna, no hubiéramos descubierto América, o la electricidad, o incluso, no hubiera nacido la democracia. Porque según desde el punto de vista del pesimista, los razonamientos hubieran sido los siguientes: ¿total, para qué, si es imposible lograrlo? o ¿para que luchar, si siempre los pobre son los que sufren?. Hay que decir, que tampoco soy optimista al extremo, pues vivir con pájaros en la cabeza, tampoco es bueno. Pero si me tengo que quedar con una de las dos opciones, me quedo con el vaso medio lleno. Aunque soy de los que me gusta pensar que está a la mitad, a secas. Es para mí el mejor punto de vista en ésta vida. Ver los pros y los contras, y analizar, y entonces, realizar la opción que sea más útil. Y sino hay tiempo para analizar porque hay que tomar una decisión ya, es mejor, bajo mi gusto, tomar una opción positiva, pues la mayoría te saldrán mal, pero lo que te salga bien, puede ser algo bastante interesante para tu futuro. De casualidades y errores que a la postre han salido bien, está la ciencia llena. Y a los cenizos que les den por saco, algún día se llevarán su propia medicina. Pues si hay algo que demuestra la vida, es que siempre hay alguien que te gana en lo mejor que haces. Y ellos, se encontraran, seguro, con un tío que sea, aún más cenizo que él. Aunque es dificil. Y es que si los gilipollas volaran, no veríamos el sol.

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