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sábado, 26 de mayo de 2012

Los "buenos" también tienen algo que ocultar.

Aunque éste sea un blog de opinión, hoy el asunto va a requerir un poco de historia; aunque eso sí, y aviso para navegantes, no es objetiva, sino que remarco mi punto de vista sobre un sistema político, que si bien ha sido el menos malo de los que hemos tenido, también ha "gozado" de puntos negros y extremismos que, directamente, no han convenido que se contaran. Dice la sabiduría popular, que a veces no es muy inteligente, que la historia la escriben los que vencen. Y en éste caso concreto es así. Estamos acostumbrados a escuchar las historias terribles de la extrema derecha e izquierda, con sus campos de concentración, exterminio o trabajo. Las maldades que se cuentan de Auschwitz en la Alemania Nazi o los Gulags siberianos en la antigua Unión Soviética nos dejan, sencillamente, sin palabras. Después de los juicios de Nuremberg, el sistema anglosajón de capitalismo intenta atraer a la población europea continental, y es actualmente, heredado de aquellos tiempos, la forma de organización política que nos ha quedado. Por aquellas, el sistema de mercados trataba de atraer al personal, con la fórmula de libertad y consumo, algo que no existía en el sistema soviético. Éste último era, realmente una amenaza para nuestra sociedad de consumo, que se presumía ser mejor que la rusa. Pero desde la caída del Telón de Acero, y la desaparición definitiva de todo extremismo de derechas, el capitalismo se ha mostrado como realmente es. La ausencia de un enemigo que pudiera convencer a sus obreros de que hay otro sistema que "los defiende" marca un punto de inflexión hacia la obtención del máximo beneficio posible. Ya no hay miedo a las revueltas, todos están "contentos". Y de ello, ha derivado la actual crisis, que no es otra cosa, que un akelarre económico en el que faltan todo tipo de escrúpulos. Tal vez convendría saber un poco de historia, para recordar a los neoliberales que el capitalismo también tiene extremismos, y que no es la única que puede rezar de ser un corderito que trata bien a sus ciudadanos. De ejemplos está la cosa llena, desde la revuelta de las minas de Riotinto, a las malas condiciones laborales de las fábricas del XIX. Pero me pararé en algo poco conocido, y que va a llamar la atención: las salitreras del norte de Chile.

 Ahí vamos a romper un primer mito: el capitalismo nunca ha tenido campos de trabajo o de concentración. A los ejemplos me remito. Y voy a demostrar como dicho sistema también tiene extremismos tan temibles como los de izquierda o la derecha. Viajamos, imaginariamente, al norte de Chile, más concretamente al Desierto de Atacama. En éste país, tan largo como estrecho, se encuentra el desierto más árido del mundo; aquí hay zonas en las que puede que no haya caído una gota de agua en cien años. De hecho es uno de los lugares que la NASA escoge para hacer experimentos con bacterias, para en un posible futuro, lograr colonizar un planeta poco acogedor. En las cercanías de Iquique se encuentran varios poblados, actualmente abandonados, que en su tiempo acogió a una importante población dedicada a recoger los ricos yacimientos de nitratos que el desierto obsequiaba. De las varias poblaciones que existían destacaban dos: Santa Laura y Humberstone. Hasta ahí todo normal. Lo malo eran las condiciones infrahumanas que en ella se daban. Hay que decir que no era una cuestión de nacionalidades, sino que el capitalismo se mostró terrible gobernara quien gobernara en dichas poblaciones. Pues los primeros dueños fueron peruanos, y luego, cuando pasó a manos chilenas, dirigieron el cotarro empresarios norteamericanos e ingleses. Pero da igual, pues si hubieran sido chilenos, españoles o franceces, el resultado hubiera sido el mismo. Los habitantes de dichas ciudades tenían una jaula de oro en la que habían teatros, campos de futbol, mercado, etc. Lo normal en cualquier población. Pero nadie podía prosperar e irse, porque sencillamente, el dinero estaba prohibido. Y todas los beneficios iban para el empresario. A cambio, los operarios de las salitreras cobraban en fichas de distintos colores que venían a significar un determinado valor según su cromatismo. Así pues los ciudadanos de aquellos lugares se convirtieron en esclavos del empresario, pues con esas fichas no podían salir del pueblo e irse a prosperar o comprar a otro lado. Todo se quedaba dentro. Las condiciones de seguridad, sobra decir, que eran pésimas. Y la higiene escasa. Me refiero a la higiene en la comida, la carne del mercado, debido al calor del desierto, en la mitad de las ocasiones era pútrida. También la salud era un bien escaso, visto lo visto, con la comida; pero los pulmones tampoco se libraban, pues al igual que en Riotinto, la cercanía de las minas y fábricas contaminaban y enrarecían el aire. Para colmo, los trenes pasaban justo por la mitad del pueblo, llenando de humo las casas. Con éste panorama no es de extrañar que la mortalidad infantil (y adulta) fueran altas. Para los habitantes del lugar era normal que fallecieran muchos de sus familiares y amigos. También había una policia propia del empresario, que vigilaba vida y obra de los obreros. El contraste llegaba con la casa de los empresarios: muebles de caoba, pistas de tenis, alfombras, agua potable, etc. remarcaban una burbuja que chocaba de modo exagerado con la vida de alrededor. Por supuesto, para los habitantes de dichas salitreras estaba prohibido entrar en esas casas...salvo para aquellos que trabajaban de criados. En el año 1.907, hubo una crisis económica en Chile, a pesar de que los habitantes del lugar no tuvieran dinero, sino fichas, como dije antes, se vieron afectados por una inflación galopante, que subió el precio de todos los productos básicos de los insalubres mercados de la zona. La población se reveló, e iniciaron una huelga. Todos fueron andando a Iquique, el desierto se llevó por delante a unos cuantos, pero los que llegaron no tuvieron más suerte, allí fueron masacrados por el ejército en una matanza digna de la Alemania Nazi. Los que sobrevivieron fueron tiroteados y rematados. No se salvó ni el apuntador. Y las cosas siguieron igual. Llegados los años cincuenta del siglo XX, las salitreras se abandonaron, pues se habían descubierto materiales más útiles, para por ejemplo, la pólvora. Al no ser rentable, fueron cerradas las minas, y sus pueblos abandonados. Hoy día figuran en las listas de lugares abandonados más perdidos de la mano de Dios. Y son Patrimonio de la Humanidad.

 Ésto es, de modo muy resumido, la historia de las salitreras del Atacama. No me lo echen en cara, pues lo he hecho de memoria, sin mirar y documentarme, simplemente con lo que recordaba. Pero lo importante de aqui no es si me he equivocado en algunas fechas o hechos. Sino demostrar que todo extremo es malo. Da igual la idea política, o el modelo de estado. Todo lo que se lleva al límite no es bueno nada más que para unos cuantos. Y es saludable recordar dicha historia, y saberla, para desmostrar a todos aquellos que defienden el liberalismo a ultranza, que los "buenos" también tienen de que avergonzarse. Y que todo tiene que tener un control, dinero incluído. Como siempre dicen las madres, en el término medio está la virtud. La economía de mercado no iba a ser menos. Hoy no me despido como siempre, pues no está la cosa para cachondeo, pues tal vez, dado como está el panorama, algún día también nos paguen con fichas, mientras los de siempre, políticos, empresarios, enchufados y sindicalistas vivan de gorra a costa nuestra.

http://i1.visitchile.com/fotos/tours/full/353-salitreras-y-altiplano.jpg
Imagen de una salitrera típica del norte de Chile.


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