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domingo, 22 de julio de 2012

El Cesante

 Hace varios dias que salieron unos recortes, otros de los miles, que afectan a todo hijo de vecino; pero los que no se escapan fijo son los funcionarios. Se ha dicho, una y otra vez, por periodistas radicales del neoliberalismo que sobran muchos de éstos trabajadores. También los políticos se han apoyado en éste comentario fácil, con el que se logran unos cuantos aplausos, en una época, en la que ser político o banquero está peor visto que ser delincuente. Pero ante todo he de decir que yo no soy funcionario, ni tengo nada que ver con ellos; tampoco soy conspiranoico, pero es que me suena ya, demasiado a cuerno quemado la generalización que hacen los dos gremios antes mencionados sobre los empleados públicos, y la confusión que éstos hacen constantemente, entre el funcionariado, y el tio que trabaja, por ejemplo, para una empresa pública. Metiendoles en el mismo saco, y llamándole funcionario a los dos, a pesar de las diferencias entre ambos. Tal vez lo hagan con mala baba, de hecho, estoy casi seguro, de que a los políticos, les interesa que el funcionariado directamente desaparezca. Y sino me creen, miren mis razonamientos; para empezar, vamos a aclarar las dos clases de empleados públicos existentes en España:

 - Funcionarios: médicos, bomberos, policias y guardias civiles, maestros y profesores, administrativos, ejército, agentes forestales, jueces, fiscales, abogados del estado, etc. Profesionales de alguna materia CONCRETA, que hacen un SERVICIO PÚBLICO para mejorar el bienestar de una sociedad. Y por supuesto, acceden a su puesto, mediante oposición. Con sueldos no tan generosos como se apuntan, ya que por ejemplo un soldado raso cobra unos 900 euros. Los privilegios que, según algunos han comentados, realmente no son tales, sino que son derechos; y conviene dejar claro la diferencia entre ambos términos. Un derecho es lo que a todo trabajador le pertenece, por ejemplo, días de vacaciones. Un privilegio es algo que no le pertenece, pero que por generosidad del lugar en el que trabaje se le ofrece, por ejemplo, un aparcamiento propio y exclusivo. Y digo, que es necesario dejar claro la diferencia, porque a muchos interesados, por otro lado, de la Patronal, están con la intención constante de pegarles palos al funcionariado, en vez de meterse en sus problemas; porque como pasaba entre las dos Alemanias, todos escapaban de la parte fea, en éste caso, el trabajo por cuenta ajena en una empresa, que como todos sabemos, en España, es parca en derechos básicos. 

 - Empleados de empresas públicas, observatorios de nosequé, asesores, comités, sindicalistas, y diversos lugares, que como se ve, no sirven nada más que para enchufar a dedo a los amigos que cada político de turno ponen en su poder. Todo lo más hay un concurso totalmente amañado. A diferencia de los anteriores, son sociedades opacas, de las que no se sabe que dinero han recibido. Pero lo peor de todo, es que son intocables, y cada vez que cambia el signo político, se siguen sumando más enchufados, que éstos sí, son unos privilegiados. Y a éstos sí, habría que borrarlos del mapa sin piedad. Invitaré marisco al que, por ejemplo, se cargue a EGMASA, reino de los enchufados. Para que se hagan una idea, hay del orden de unas 700 empresas públicas en España (una barbaridad), de las cuales, la mayoría son propias de las autonomías. Pero lo que más asusta, es que de esa cantidad 360, número arriba, número abajo, son de Andalucía. Éste es el agujero de nuestra economía, y lo ve todo el mundo, de dentro y de fuera del país, menos los políticos españoles que no piensan finiquitar su chollo, ya que por un lado, colocan a sus hijos, y por otro se aseguran un cementerio de elefantes del que disponer en caso de que tengan que dejar la política, debido a algún escándalo.

 Por eso, y en resumen, para terminar, me da a mí la sensación de que hay mucho interesado en que por un lado los funcionarios pierdan derechos, y por otro, en que éstos desaparezcan como independientes, y acaben siendo colocados por el partido de turno. Es una fórmula interesante para el poder, por un lado da trabajo a sus hijos, cuñados y amigos; por otro, se asegura la fidelidad de toda la administración. Con ello evita que ésta sea independiente, y no se case con nadie. Vuelve pues, como en la época Canovista, la figura del "cesante", aquellas personas que cumplían el papel que hoy hacen los funcionarios, sólo que de aquella, no eran fijos, sino que cesaban su puesto, una vez que el color del partido político del gobierno cambiaba. Ésto tenía sus repercusiones: cada vez que había elecciones toda la administración quedaba paralizada, debido a los cambios de personal; y por otro lado, la administración no trabajaba al servicio del ciudadano, sino del poder establecido. En la época actual, los políticos españoles se han repartido privilegios, cajas de ahorro, la justicia, etc. Pero parece que no tienen bastante, ahora quieren una administración a la que acariciarle el lomo sin que ésta le muerda. ¿Me creen ahora, o no?

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