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domingo, 16 de diciembre de 2012

La tonta del bote.

 Dicen por ahí fuera, que los gaditanos somos pacientes y que echamos buena cara al mal tiempo. Tal vez sea pura resignación, sabemos que todo lo tenemos perdido. No ganamos en nada, ni aunque nos pongan en un Red Bull y compitamos en una carrera de coches antiguos. Cádiz, nuestra querida Tacita de Plata se ha quedado en la nada, tiene menos poder que España con Merkel, que ya es decir... Un ejemplo es la Unesco y la declaración de Patrimonio de la Humanidad; hay al menos, tres cosas por las que nuestra ciudad debiera de tener una declaración de tal estilo: el casco antiguo y sus restos arqueológicos, murallas y demás; el carnaval y la Constitución de 1.812, ambos como tesoros inmateriales. Evidentemente, no se han declarado ninguno, a pesar de que la alcaldesa con peluca de los "Príncipes Encantados" lleva intentándolo desde, al menos que recuerde el año 1.998. Declarándose otras opciones que empezaron más tardes, teniendo además, ésta figura de protección los cascos antiguos de La Habana o San Juan de Puerto Rico, que son parecidos, pero...con 2.700 años menos de historia.

 Hay que compararse con el resto, y eso es muy mal síntoma, porque Cádiz, precisamente, debería de ser la referencia del resto. La racha no es buena en la ciudad, empezando por el futbol, que aunque sea un deporte, marca la realidad económica de una urbe en clara decadencia desde los años noventa. El favorecimiento de los astilleros de Ferrol en detrimento de los de Cádiz, las lineas de AVE o las autovías que no se han construido aquí, mientras se hacían en otros lugares muchos menos poblados; lo de las monedas del Odissey que se rescataron en aguas gaditanas, y ahora se llevan para Cartagena; la desaparición de la Escuela de Hostelería del Varcárcel...entre otras cosas. O es que tenemos muy malos embajadores o es que como los niños, el profe es que nos tiene manía. Para colmo cualquier obra se eterniza por culpa de las malditas administraciones, que son de distinto color político, pero de misma incompetencia. No damos una, ni con la Junta, ni con el Gobierno Central, ni siquiera con la Unesco... Cádiz ha perdido toda influencia sobre los demás, no es capaz de luchar por nada, ya que todo se sabe que de antemano, está perdido.

 Lo que fastidia del hecho en sí, es que la ciudad es como lo de la Tonta del Bote, que parece más tonta de lo que, realmente es, pero que se ha encerrado en su catetismo como refugio personal, cuando podría aspirar a mucho más. Es lo cómodo, es lo sencillo, y es como mejor se vive. Los político se han contentado con el pan y circo, el futbol y el carnaval por bandera. El turismo como solución final a los problemas de un Cádiz que languidece de manera irremediable. Y como siempre, en el lugar donde antes había trabajo, se construyen casas, porque el poco hueco que hay en la ciudad es para aprovecharlo. Total, y todo, para seguir perdiendo población...Que lástima de ciudad.

Una decisión acertada, derribar éste edificio para construir un mamotreto.


 

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