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sábado, 28 de septiembre de 2013

Es tradición...

 Hoy he leído una noticia que me ha cabreado de verdad, pero no como las nuevas de los políticos y/o chorizos que nos rodean. Las últimas indignan, pero la que yo les digo me ayudan a comprender el porqué de mi asco constante a todo lo que tenga el término humano. El título iba a ser "Ratas cobardes", pero pensé que dichos roedores merecen un respeto que no debiera tener los bastardos que se dedican al maltrato animal. La noticia que leí era de un mierda (con perdón) que maltrató a un perro para fastidiar a su ex novia. No voy a contar las torturas porque simplemente ponen enfermo. Caiga sobre él, el mismo ojo por ojo.

 Nunca, y he dicho bien, nunca, seré capaz de comprender el maltrato a un animal. Y menos el de un perro, fiel acompañante nuestro desde que empezamos a andar erguidos. Pero para lo que hacemos, mejor nos hubiéramos quedado en las ramas. Mi padre siempre dijo aquello de que quien ama a los animales nunca le hará mal a nadie; y tiene razón. Sin caer en la demagogia del vegetariano extremo (las plantas también son seres vivos), y aunque me alimento tanto de carne como de pescado, nunca le pondría la mano encima a un animal, y menos por diversión, o ganas de fastidiar. Siempre que me cruzado con cualquiera, sobre todo si son salvajes, les he guardado respeto y distancia. Y aunque parezca mentira, ellos nos tienen más miedo que nosotros a ellos, valga la redundancia. Razones no les faltan.

 Otro animal que sufre las "gracias" del ser humano es el toro de lidia, creado desde hace siglos para lo que se dedica ahora: ser toreado. Y sin meterme en un barrizal, he de decir, que de arte, nada de nada. Con mucho respeto al venerable público, pero torturar a un animal, es de mal gusto. Pero el premio "bastinaso de oro 2013-2014 de la tauromaquia" se lo llevan los correbous y el toro de la vega. Uno, el primero, tortura al toro con fuego en sus pitones; y otro, el segundo, lo maltrata a lanzazos hasta su muerte. Pura tradición milenaria, que no debe desaparecer, según sus defensores; así de paso podríamos recuperar aquella otra de los patos a los que se les arrancaba la cabeza, vivos...o la de la cabra que era tirada por el campanario. Y sino, ya puestos, y con más cojones, la de los actos de fe públicos, y las hogueras de brujas o las peleas de gladiadores. Al fin y al cabo, son tradiciones arraigadas de varios siglos... todo es un arte, que atrae al turismo dicen.

 Aunque siento decir que se les rompe el argumento con la Tomatina de Buñol, una fiesta relativamente reciente, y que cada año atrae a miles de visitantes, y encima, inofensiva. Corre líquido rojo, pero no es sangre...sino tomate. Inventen, por favor, una fiesta decente, pues encima ganamos todos: ciudadanos, toros, y hasta los políticos, que podrán chupar del bote inventándose la fiesta que les de en gana.

Todo un arte, similar al David de Miguel Angel...igualito.

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