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sábado, 29 de septiembre de 2012

Porque no vamos al cine.

 El otro día, escuchando la radio, para variar...tuve la oportunidad de oír una entrevista que le hacían a José Luis Garci a cuenta del estreno de su nueva película. Sobre el film no voy a comentar nada, ya que aún no la he visto, y no es bueno opinar sin saber de lo que se habla. Pero me llamó la atención cierto comentario que hizo, en parte razonable, sobre la crisis en el mundo del cine. Que lleva varios años largos. Y lo achacaba al hecho de que la gente a perdido la ritualística de ir a echar, por ejemplo, una tarde en alguna sala donde se proyecte alguna película. De hecho argumentaba que antes los cines estaban situados de forma independiente en la calle, y no como actualmente, que pertenecen a grandes centros comerciales. Y lo comparaba con la caída de la afición del circo, otro fenómeno que ha ido perdiendo peso en nuestra sociedad, pues hoy a ningún niño le hace ilusión ir a ver a un domador de leones, como antaño. Razón no le falta. Pero hay otras razones que se deben incluir a la crisis que afecta al mundo del cine, ya que los cinéfilos no están en peligro de extinción, sino que siguen abundando. Hay más mar de fondo de lo que parece. Ahí suelto unas cuantas al voleo, las que se me han ido ocurriendo a lo largo de ésta entrada:

Con la entrada del euro las salas han pasado de costar 350 ptas a 7 u 8 euros como mínimo.

Porque el IVA sube cada año.

Porque el redondeo del euro en el 2.002, cuando entró la moneda, nos ha jodido  hasta el fondo.

Porque no paran de bajarnos el sueldo.

Porque para salir a cenar a lo barato, tomamos una hamburguesa (menú con patatas) que cuesta hoy día siete euros, cuando antes eran cuatro. Así pues, si antes podías salir a tomar algo antes de ir al cine, hoy ya no puedes.

Porque una coca cola o un café no bajan el euro cincuenta.

Porque el petróleo cuesta cada vez más caro, y las cosas del coche hay que pagarlas.

Porque para aparcar también hay que pagar, el número de zonas azules crece, y los parkings de pago son cada vez más caros y se saltan la ley a la torera.

Porque ya no hay día del espectador que valga la pena (50 ctms de ahorro todo lo más), y porque no hay la sesión matinal de los domingos, que eran más baratos.

Porque las películas de ahora son tan profundas que sólo las entiende el que las ha hecho.

Porque estamos hasta los cojones de la Guerra Civil española.

Porque a los actores españoles no se les entiende cuando hablan.

Porque el aire acondicionado o la calefacción son una auténtica tortura, y el sonido, hecho para quedarte sordo, parece programado por un poligonero.

 Termino ésta corta entrada con una sencilla pregunta: ¿De donde coño sacamos (dinero) para ir al cine?


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