Cuando uno pasea por ParÃs, y pasa por donde estaba La Bastilla, se lleva una profunda decepción. Te pasas la vida escuchando que la toma de dicha fortaleza marcó el inicio de una revolución que vino a cambiar la historia universal. En cambio, cuando hoy dÃa, llegas al lugar de los hechos, encuentras una plaza, enorme, desangelada y fea, todo hay que decirlo. No todo en ParÃs es precioso. Eso sÃ, restaurantes de lujo jalonan la misma.
Entre los revolucionarios, hubo algunos que instalaron un tiempo de auténtico terror. Uno de ellos era Robespierre, quien si no inventó la guillotina fue por casualidad. Todos los dÃas se pasaba por la misma a una multitud de inocentes, o no, por el hecho, solamente, de pertenecer a a la nobleza o al clero. O por que le contradecÃa sus tesis, simplemente. Pasó de un libertador a un tirano. Pero he aquà que un dÃa la Guillette gigante se pasó por su cuello. Y aunque suene escatológico lo que voy a decir, es cierto: si uno se dedica a poner petardos en mierdas de perro, corre riesgo de que algún dÃa la pólvora estalle antes de tiempo y se manche. Si les ha parecido desagradable, échenle la culpa al amigo que me dio dicho consejo. Es cierto que no era dado a la delicadeza.
Esta entrada viene a consecuencia de la radicalización polÃtica que se vive en nuestro paÃs en los últimos tiempos. Por todos los frentes. De hecho, muchos polÃticos irresponsables, como llegó a ser ZPolla, afirman que es bueno el hecho de que haya tensión. Pues tengan cuidado, que las guillotinas y las tapias de cementerio se vuelven contra uno. Porque a la vez que uno se radicaliza, también lo hace el contrario polÃtico, que aprende a defenderse. El ejemplo lo he puesto con un francés, porque de españoles se empacha uno con los casos que se han dado en la historia. HabÃa para aburrir. Y asà nos ha ido.
Entre los revolucionarios, hubo algunos que instalaron un tiempo de auténtico terror. Uno de ellos era Robespierre, quien si no inventó la guillotina fue por casualidad. Todos los dÃas se pasaba por la misma a una multitud de inocentes, o no, por el hecho, solamente, de pertenecer a a la nobleza o al clero. O por que le contradecÃa sus tesis, simplemente. Pasó de un libertador a un tirano. Pero he aquà que un dÃa la Guillette gigante se pasó por su cuello. Y aunque suene escatológico lo que voy a decir, es cierto: si uno se dedica a poner petardos en mierdas de perro, corre riesgo de que algún dÃa la pólvora estalle antes de tiempo y se manche. Si les ha parecido desagradable, échenle la culpa al amigo que me dio dicho consejo. Es cierto que no era dado a la delicadeza.
Esta entrada viene a consecuencia de la radicalización polÃtica que se vive en nuestro paÃs en los últimos tiempos. Por todos los frentes. De hecho, muchos polÃticos irresponsables, como llegó a ser ZPolla, afirman que es bueno el hecho de que haya tensión. Pues tengan cuidado, que las guillotinas y las tapias de cementerio se vuelven contra uno. Porque a la vez que uno se radicaliza, también lo hace el contrario polÃtico, que aprende a defenderse. El ejemplo lo he puesto con un francés, porque de españoles se empacha uno con los casos que se han dado en la historia. HabÃa para aburrir. Y asà nos ha ido.
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