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sábado, 24 de mayo de 2014

El tornillo básico.

 Hay una película, puerca donde las haya, que se llama Instonto básico, o al menos, así creo que se llama, porque ya ves al protagonista y tiene cara de tonto del haba (aunque todos recordemos, especialmente, una escena con la que se te queda ese rostro). Pero de guarradas no va el blog, sino de gilipollas, que en España abundan tanto como los salidos; y ambos destacan desde la lejanía más absoluta. Perceptibles desde la Estación Espacial, como dicen que se ve la Gran Barrera de Coral australiana. Ahora bien, otro sujeto, tan abundante en nuestra noble nación, como los estorninos y cotorras argentinas en el casco antiguo de Cádiz (la especie se llama así, no es xenofobia), son los chapuzas. Y estos últimos arreglan las maquinarias de tal modo que lo que va bien, lo tocamos, para que la cosa quede "mejor". Y por supuesto, deja de funcionar. Siempre se mete un tornillo donde no debe, o lo saca de algún sitio básico. Tan típicos como los Toros de Osborne.

 Pero el engranaje de una maquinaria no tiene porque ser literal, mucho de nuestra sociedad tiene una mecánica con sus piezas especializadas y articuladas, y el más mínimo fallo, puede llevar al colapso. Desde las pandillas de chiquillos a los chorizos del Congreso, que son peores para el corazón que los de la pringá de berza, con colesterol del malo incluido, están organizados en tribus. En un mundo de seres humanos que necesitan formar manadas por narices, se forman asociaciones de todo tipo y de todo calibre, y todos se sienten felices de pertenecer a un gremio, como el que pertenece a una tribu. Y claro, tu creías que eso lo habíamos superado en el Neolítico, pues no, simplemente se ha perfeccionado. Y ahí tienes a los grupos políticos, asociaciones de alcohólicos, frikis de Manga, heavys, funcionarios, cofrades, sindicalistas, grupos ecologistas, brokers, comunidades de vecinos, equipos de fútbol, pandillas de amigos, etc. entre las millones y millones de sociedades mundiales. Que como manadas de simios corren para defender a su plátano. Felices de hacerles caso al chamán de turno. Viva la soledad y la independencia. Creanme, serán más felices, se calentarán menos la cabeza, y no tendrán que defender ningún estatus social. No obstante, y a pesar de la variedad grupos y estratos, sean nuevas o, por el contrario, añejas y de prestigio, o bien estables o bien como una caldera; todos tienen algo en común, siempre hay uno nuevo que viene y lo jode todo. Y digo lo jode, y no lo fastidia, o lo echa a perder, porque no sería lo correcto, quedaría corto, en la devastación del Imperio Romano establecido. 

 Sería en conclusión, y para no enrollarme más, del siguiente modo:

  1. Por casualidades del destino se van los mejores del lugar.
  2. Persona excesivamente diplomática, y con afán de liderar, mete en el grupo a todo bicho raro que orbite por el espacio exterior a la pandilla o asociación. Ese es el chapuzas.
  3. Uno de los bichos raros resulta ser un acomplejado, cateto y resentido que todo el mundo se ha metido con él, menos tú. Que eres el primero que lo respetas de verdad.
  4. El tonto del nabo del punto 3, que es el tornillo que empieza a virar del peor modo, resulta que la toma contigo, y vuelve a todo el grupo contra ti. Al final, en todo lo que digas, tú eres malo, y el lo que hace o dice, es porque él es así. 
  5. Los carajotes toman el poder, y se hacen dueños de la moral absoluta del reino o la república independiente de Juanito.
  6. Como te importa un pimiento el grupo, lo abandonas en medio de una gran bronca general dentro de la asociación (al final se acaban apuñalando por la espalda unos a otros). Es la decadencia del grupo, de la civilización, o lo que sea. 
  7. Hace años que ya no sabes nada de nadie, salvo que el subnormal ha logrado dinamitar el grupo, y ha hecho que cada uno tome su camino.
 No sé si queda muy claro, o es excesivamente abstracto, pero al final, no sé como, me la apaño para decir lo mismo de siempre...que manía le tengo a los que tienen pintas de tontos. No hay nadie que te joda más un día, un verano, o la propia vida.



Que nadie se ofenda...esta es la cotorra argentina.

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